LA PIÙ BELLA DEL MONDO !!

Ya no sé las amistades que he hecho a lo largo de estos últimos años en Italia. Tampoco quiero contarlas; sé que son muchas y de muy buena calidad. Compartir eventos con muchas de ellas se resume principalmente en compartir menester de pacer, pero hay muchas más que he conocido durante muchos kilómetros de tantos maratones. El caso es que gran parte de estas amistades iban a ir a los 100k del Passatore pero, ¡¿qué son los 100k del Passatore?!

Los 100k del Passatore es el ultramaratón más importante, multitudinario y bonito de toda Italia, o al menos eso dicen ellos. Transcurre por la carretera que une Florencia con Faenza, con salida en la mismísima Piazza de Santa Maria del Fiore y llegada en la Piazza del Popolo. Sólamente con esta poca información ya me empecé a curiosear sobre el evento.
La 49º edición tuvo que aplazarse a este año a causa de unas terribles inundaciones que golpearon la región de Emili-Romagna 4 días antes de su celebración en 2023, causando cientos de damnificados y destrozos muy importantes en el pueblo del «arrivo». Toda Italia por tanto, estaba deseosa de correr allí, y a todos quienes preguntaba por su calendario del presente año, me daban una misma respuesta: los 100k del Passatore.

No soy ultramaratoniano, «sólo» maratoniano, aunque de vez en cuando me distraigo con distancias más largas. Puesto que acabé el año con un estado de forma magnifico, con un total de 20 maratones y 3 ultras, en mi organización del 2024, tantos maratones en la primera parte del año iban a tener un porqué. Hacer pleno en abril estaba claro, y mayo aunque es un poco más complicado, también; entonces pensé: ¿por qué no usar estos dos meses llenos de maratones para aprovechar el gran fondo y enfrentarme a este evento?!, y ¡¿por qué no hacerlo?!

Comenzaba pués, mi preparación para estos 100k, haciendo el primero de los 7 maratones en 7 semanas consecutivas el 7 de abril en Milán, para seguir con Cracovia, Pádova, Lodz, Praga, Helsinki (63.3k) y Riga, y la semana siguiente bailar en Romagna. El entrenamiento a mi parecer había sido absolutamente perfecto, excepto la carencia de desnivel, pero ya sabía a lo que me enfrentaba. Los 100k de Passatore tienen los 48 primeros kilómetros de subida. Casi nada.

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Mi viaje comienza el jueves con el último vuelo del día a Bolonia. Bolonia por una sencilla razón, y es que el buen corazón de mi amigo Stefano y Giada me abren las puertas para hospedarme en su casa una vez más. Él correrá su quinto Passatore, así que la organización iría a ser perfecta.
Mi soporte técnico y moral, Saioa, llega el viernes, que aprovechamos para que conozca Bolonia. Antes, Stefano y yo fuimos a ver la zona de meta en Faenza.


El día P ha llegado. Aunque el evento comienza a las 15:00, hay que madrugar, ya que un autobús nos portará desde Faenza hasta Florencia en dos horas y media interminables. Una vez allí, a las 12:00 como y me despejo la mente con sendos paseos por el Duomo y saludando a tantos amigos que hacen lo mismo que yo. No me tengo en pie de los nervios, pero pienso que podía ser peor, he comido bien, he ido al servicio las veces necesarias, y sobre todo, tengo los deberes hechos.

La estrategia de carrera la tengo clara: disfrutar en todo momento, y cuando deje de hacerlo, resetear y seguir. Unas semanas atrás había pensado en un objetivo de tiempo y en mi cabeza rondaban las 10h30′, pero bien sabía que algo iba a rebajar. La Plaza está hasta la bandera, somos 3500 locos que vamos a empezar a correr hasta que se nos haga de noche (a muchos les volverá a salir el Sol, pues hay 20 horas para acabar). La suplementación esta vez, es más importante que nunca. Había acostumbrado a mi cuerpo a no ingerir geles en maratón, pero esta vez había que echar mano de gasolina. Gasolina de la buena a base de CHO con maltodextrina e Isotónico, geles sin cafeína y algo sólido; todas de LevelUpSuplementación. Maite, la dueña de la empresa, con quien los días previos habíamos estudiado al detalle cuándo tomar qué, lo tenía claro, y yo también, pero siempre surgen imprevistos. El primero es que a Saioa no la iba a ver hasta el kilometro 65, y eso es mucho tiempo para que me autogestione todo…
Al lío, Jaime !!

En primera fila y tras una buena puesta en escena, pistoletazo de salida a la hora exacta. La Plaza, aún más llena, retumba con las voces de animo de todos los asistentes. Acompañantes y turistas hacen temblar la cuidad.

Salida alegre, pero tras dejar la Plaza atrás, los corredores se regazan y bajan el ritmo. Yo hago lo mismo, ya que constantemente me habían recomendado no tener prisa en los primeros kilómetros, pero nos conocemos. Soy un atleta que no es que no sepa, sino que no puedo ir a ritmos inferiores porque mis articulaciones sufren más de la cuenta, por lo que pongo ritmo cómodo y me pongo en cabeza de carrera a mis 4’/km. Así los primeros 4 kilómetros hasta que se unen a mí un par de corredores. Las cámaras de televisión nos graban en directo y eso a todos nos gusta. Sigo con un buen ritmo, aunque disminuyo un poco en cuanto comienza la primera subida larga. Subida de exactamente 7 kilómetros, en donde el segundo puesto me acompaña constantemente. Miro hacia la izquierda en plena cuesta y pienso que estoy oteando la mejor vista del mundo: Florencia a mis pies; si es preciosa a pie de calle, no os imagináis desde allí arriba. Rompí a sudar al minuto 15 con mucha fuerza, justo cuando comenzó la elevación, y hora de examinarse con la suplementación que antes comentaba. Cápsula de sal a cada hora, ni una más aunque sudara mucho. En una carrera tan larga, el exceso de sal sólo haría que me deshidratara más.
Llevo un chaleco con dos softs, uno de CHO y el otro con ISO, y otro más en la espalda con sólo polvos de CHO para hacer las mezclas en los avituallamientos. El principal problema es que por motivos de logística, me lo ha prestado Saioa y me queda demasiado pequeño, por lo que en las subidas me lo tengo que desabrochar, y en los llanos y bajadas lo abrocho para que no baile demasiado. Muy pero que muy incómodo, pero al menos estuve entretenido en cada cambio de plano.
Había subido muy bien, sin forzar absolutamente nada, iba 5ª en la general y muy motivado para continuar así. Comienza la primera bajada. Bajada muy potente y primer error. Siempre digo que con lo que cuesta subir, no hay que frenar. Eso empleado a la bicicleta no está mal, pero en carrera puede tener contraindicaciones si tienes por delante 70 kilómetros. El tema es que efectivamente no frené, iba cómodo, con una gran cadencia y una zancada amplia y bonita, con ritmos de 3’25 durante 3 kilómetros consecutivos pasando la media maratón en 1h29’50» con 500m de desnivel acumulado. Eso no hizo más que perjudicar mi musculatura para la siguiente y última subida.
Kilómetro 32 y estamos en el punto de control de Borgo San Lorenzo, soy tercero de la general, allí están mis amigos Irene y Stefano y eso me da un chute de energía, pero tengo que parar en el avituallamiento.

Con la primera subida, y ya con 32 kms en las piernas, me había acabado los softs del pecho, y tenía que preparar otros dos. Al parar noto que algo falla, y comienzo a sudar a mares. Aprovecho el avituallamiento para beber, pero me excedo. Al menos 8 vasos de té y otros tantos de agua para dar comienzo a la reina de las cuestas: 16 kilómetros a una media del 8%, con muchos tramos de curvas al 15% iban a hacer perder todas las posibles esperanzas de estar arriba en la clasificación. Comienzo a subir, y mis piernas están demasiado resentidas de las veloces bajadas previas. Mi musculatura tiembla, y aunque alterno pasos cortos con cabeza agachada para tener mejor zancada, mi espalda me está empezando a doler horrores por la zona de las lumbares y cervicales (como casi siempre), a eso le tengo que añadir calambres en los extensores de los antebrazos como ya me lleva ocurriendo últimamente. Igualmente al tran-tran recorro metros. Al bajar pulsaciones comienzo a sudar aún más que antes, y los avituallamientos se me quedan un poco escasos. Paro en ellos, me tomo mi tiempo para hidratarme mientras cada vez más corredores me adelantan. El chip ya lo cambié al comienzo de la larga cuesta, mi intención no es otra que disfrutar, sufriendo, pero disfrutar. El principal problema llega en el kilómetro 39, en donde sin ser consciente, me avituallo como hasta ahora, pero aunque sabía que el siguiente estaba a 6 kilómetros, no había tenido en cuenta que esos 6000m no iba a tardar media hora precisamente. Justo antes de llegar me deshidrato por completo. Repongo fuerzas con el CHO que tengo en la espalda, pero la pájara es buena. Entonces es cuando paro de verdad por primera vez y echo todo el valor para llegar hasta el siguiente avituallamiento, en donde presidiremos la cumbre en Colla di Casaglia. Una vez arriba, me recompongo y comienzo a bajar. Noto que he revivido, pero mis piernas están destrozadas. Miro alrededor y disfruto del paisaje como si nunca hubiera visto las montañas, me emociono pensando en lo que estoy haciendo mientras ahora sí, voy adelantando a algún corredor. Eso me da un pequeño empujón, pero realmente no es mas que un pequeño eclipse, ya que cada pequeño llaneo o falso llano mis piernas retiemblan. Es el kilómetro 60, y aunque comparto unos cientos de metros con mi amigo Leo de Toni, finalmente nos separamos.

Marradi es un pueblo que nunca se me va a olvidar. En Marradi estaría Saioa, mi apoyo físico y moral de carrera. Sólo quería verla, darle un beso y que me viera que estaba bien. Allí me iba a deshacer del lastre del chaleco, y a pedir algo de comida. Hasta entonces no me había metido nada sólido a la boca, y mi cuerpo lo estaba pidiendo, aunque mi estómago llevara cerrado ya unas horas. Allí estaba, atenta a mis palabras, pero lo que iba a ser y no fue, cambia por completo la estrategia de: vernos, decirle lo que me hacía falta y dármelo a los 2 kilómetros (ella iba en coche). Por cierto, no he comentado, que el trafico está abierto, pero sin ningún tipo de peligro. Todos o más bien, casi todos los vehículos son apoyo de corredores.
Lo primero sólido que le pido es chocolate, cuatro onzas que me dan la vida. Parece que me he recuperado y continúo a ritmo, pero de nuevo, es un eclipse. Mis fuerzas las dejé en la primera subida y su bajada, y con la interminable cuesta con llegada a Casaglia mis reservas las tenía al mínimo. Casualmente en una de las veces que miro el reloj, lo pillo en el momento exacto de llevar 6 horas corriendo, y eso aun con todo lo que llevo, tiene un nombre: EL MURO. Soy de los que dice que el muro no existe, que sólo está en tu mente, y lo sigo pensando, pero mi muro aparece porque hacía más de 3 años que no corría más de 6 horas seguidas y lo pensé.


Tomo un gel, y ahora sí, me da el combustible que necesitaba. Continúo despacito pero muy contento, hay una clara mejoría, y sé que es el momento de beber Coca-Cola en los avituallamientos. Es algo que a mí me va muy bien. Cojo un vaso de cola, y otro de agua y los paso de uno a otro para quitarle el gas al instante. Así cuatro o cinco en cada punto de refresco.

Ya se ha hecho prácticamente de noche. Ahora sólo queda luchar contra la mente, esa que me estuvo jugando malas pasadas unas tras otras. Prendo el foco, y me lo voy pasando de mano en mano mientras de vez en cuando paro a estirar todos los músculos de mis piernas y la espalda. Cada vez que veo a Saioa paro y charlo con ella, lo necesito. Esta carrera es de correr con la cabeza, pero hay que tenerla bien.


De repente, Stefano me coge, eso me da un plus increíblemente grande y continuamos casi de la mano durante unos pocos kilómetros. Él sólo tiene un objetivo, que no es más que el de hacer sub9 y va a por él. Echo cuentas y, qué curioso, a mí también me salen, pero no estoy para ello, por lo que le digo que continúe y que nos vemos en meta.

Kilómetro 87, mi cabeza dice BASTA. Hasta aquí has llegado, Jaimito. Nunca me había pasado, pero afortunadamente, uno tiene experiencia y sabe lo que teóricamente tiene que hacer. «PARA, PIENSA Y ACTÚA». Paré, me senté en el coche, y reseteé. Recuerdo que mientras estaba en «trance» comía chocolate y se me caía de la boca, no estaba bien, pero esos 5 minutos de desconexión con el mundo me dieron la vida. Como el Ave Fénix, queriéndolo así, resurgí de mis cenizas, para acabar lo que había empezado hace 8 horas. Claramente en el video del km90 hay una mejoría notoria.

Saioa se separa en ese momento; demasiado pronto. 10k que se me van a hacer interminables, 10k que me iban a llevar nada más y nada menos que 1h05 minutos, pero que me iban a transportar a la Piazza del Popolo de Faenza, a ese arco diminuto pero a la vez tan grande, que tras atravesar parte del pueblo con decenas de animadores, mientras los sollozos me complican la respiración que tanto me hace falta en ese momento, me iban a dar la gloria de haber acabado los 100k del Passatore en un tiempo oficial de 9h26’48», poco más de una hora menos de lo que había planificado unas semanas atrás. Una de esas metas que emocionan de verdad, de las que te aseguran que sólo pierde el que no lo intenta, de las que te afirman que si compensa, hazlo !!

Medalla en cuello, sólo queda coger aire, fuerzas e hidratarse en la misma plaza, mientras van entrando corredores con los que te emocionas sin conocerlos porque sabes perfectamente lo que es estar ahí. Los 100k del Passatore me tendrán de nuevo el año que viene, porque sin duda alguna, aunque lo escrito se lea como un largo sufrimiento de casi 9 horas y media, puedo asegurar que han sido 9 horas y media de aprendizaje, de emociones variadas, de encontrarme conmigo mismo, de pensar…pero sobre todo de pura felicidad. CI VENDIAMO A 2025 PASSATORE !!!

Agradecer de todo corazón a Stefano y Giada por este fin de semana tan maravilloso, sin duda a Saioa por el gran y buen trabajo que ha hecho, a quienes estáis siempre ahí, bien sea a través de RRSS o con un simple mensaje privado de ánimo, y como siempre a Absotec como patrocinador principal (sigo en búsqueda activa) y a LevelUpSuplementación por el tiempo empleado en mí, para una gestión perfecta en este ultra.

Próximo evento: PACER 38″ EN EL CAMPEONATO EUROPEO DE ATLETISMO EN ROMA EL 09.06.2024

SALUD & KMS