6 ORE DI ROMA COMO LIEBRE PERSONAL:

Ir a Roma tanto al maratón como al ultrafondo de las 6 horas es ley para mí año tras año. Uno en marzo y otro en julio. Uno recorriendo toda la ciudad, y el otro dando vueltas a un parque de un kilómetro. Uno siendo liebre de 2h50 y el otro…el otro, en esta ocasión, siendo liebre personal.

Llevo un año extraordinariamente cargado de eventos. Me presentaba en Roma el viernes por la noche, con nada más y nada menos que 2500 kilómetros hechos durante lo que va de año. Entre ellos, 3 diez miles, 3 medias maratones, 17 maratones y 2 ultras (uno de 63k y otro de 100k). Carga no me faltaba. Por temas laborales, mis entrenamientos habían sido en Córdoba, días en los que las temperaturas alcanzaban los 43 grados a la sombra (la mayoría), me obligaban a entrenar en la cinta del gimnasio del hotel en el que me he estado alojando día tras día.
Bien es cierto, que tres y una semana previa a la cita romana, había corrido los maratones del Castillo de Cholmondeley y de Jaén, con sendas victorias, pero ni había fatiga ni cansancio. El clima andaluz con esos mercurios por las nubes venían de la mano con la humedad seca de en torno al 30 y 40%, o sea, como en mi Valladolid, y la verdad es que esa iba a ser la clave de la noche del sábado al domingo.

Como decía, llego (llegamos Saioa y yo) al aeropuerto de Roma en torno a la media noche, y por comodidad, dormimos en la ciudad de Fumicino. Sin madrugar demasiado, visitamos el Parque Arqueológico de Ostia, una de las cosas de la lista que tenía pendientes, y que en ninguna de mis 10 veces en Roma había tachado. Maravilloso. Tras este recorrido, turismo por el centro de Roma y a descansar para el largo viaje. A las 20:00 llevaba andados 21 kilómetros exactamente (todos con la mochila a cuestas).

Para quien no ha leído las crónicas de las dos pasadas ediciones, cuento brevemente lo que son las 6 ore di Roma: este evento se da cita en la Villa de Santcis, al este de la ciudad. Es un circuito homologado de 1000m, de terreno duro no asfaltado, a los pies del Mausoleo de Elena. El mecanismo es sencillo: recorrer la mayor distancia posible durante 6 horas; este año comenzando a las 23:00 y acabando a las 5:00, lo que significa que cuando acabas de correr, te recompones, te emocionas, saludas y demás vivencias del momento, verás el alba romano.

Llegaba a la Villa repasando mi estrategia a las 22:20. Clara y contundente. Pensada desde hacía algún día, revisada a cada momento y consultada con la almohada todas las noches. 80 kilómetros Jaimito !!!! Sé que soy capaz de hacerlo. Estoy entrenado para ello. Es un objetivo muy complicado, tanto, como que el récord de la prueba son 78’5k, pero seguía confiando en mí (y sigo). Lo que no estaba en la planificación era la humedad.

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Sigo:
Tras saludar a todos los amigos asistentes, desear fuerza a todos, y demás protocolos, me pongo en línea de salida. Suena el disparo que da comienzo a mi noveno ultra-maratón. Me pongo en cabeza a un ritmo cómodo de 4’25/km e incomprensiblemente, me doy cuenta en el primer kilómetro (sí, primero), que hoy no es el día. Dos años consecutivos en el mismo lugar y a la misma hora me dan la ventaja de la experiencia, y las sensaciones meteorológicas destruyen mis pensamientos. Exactamente 26 grados con 86% de humedad hacen que en esa primera vuelta ya esté completamente empapado en sudor. Una mala señal. Muy mala. Un mes previo viviendo en Andalucía, y de repente esta humedad, hacen que mi cuerpo responda y pase o que pasó.
Igualmente continúo con el ritmo del comienzo hasta el kilómetro 7, los siguientes, sin quererlo van siendo un poquito mas lentos. Tomo mi suplementación como había estudiado previamente junto a Maite, pero al paso de la media maratón (1h40) mi cuerpo empieza a responder tras los avisos. Escalofríos, sudores fríos, mareos, desconcentración, lo que sin dudarlo, me paro en el kilometro 26 a la altura del punto de avituallamiento. Me quito la camiseta, cojo una toalla para secarme y me siento. Comienzo a hidratarme y parece que entro en calor. Mi cuerpo está ardiendo, pero tengo frío. Me recupero durante 15 largos minutos. Sabía que tenía que seguir corriendo, pero sabía perfectamente que empezaría cuando estuviera recuperado y así pasó.


Obviamente, el objetivo se había ido al traste hacía mucho tiempo, pero no tenía pensado no disfrutar, por lo que el gran reset que hice, me permitió correr al lado de amigos, charlar y hacer un poco el tonto. Aun con todo esto, voy sumando metros y kilómetros, aunque cuestan más de la cuenta. No sabría decir cuantas veces había doblado a Saioa, quizá 4 o 5, y luego ella a mí, pero estaba más pendiente de ella de lo que se imaginaba. Este ultra-fondo no empieza con el disparo de salida, empieza a partir de la cuarta hora, y tenía algo entre manos. Yo le estaba dejando que corriera y corriera, dando mis ánimos y consejos puntuales en cada encuentro. De repente, me dice que cree que va cuarta, que la tercera la tiene cerca y la segunda a tanto, que la quinta a poco…-Saioa, todavía no ha empezado la carrea_ le digo. Tu corre y no mires atrás !!
Sobre la tercera hora, comparto unas vueltas con ella, me separo para no agobiar, me pego, y me vuelvo a alejar.
Mi paso del maratón coincide exactamente con el aviso del comienzo de la cuarta hora ( a cada hora, daban un disparo); 42’195k en 4:00:00, increíble lo que veían mis ojos, pero así estaba sucediendo.

Recojo a Saioa y le digo lo que creo que ella no pensaba oír esa noche: «desde ahora mismo, hasta las 5 de la mañana no me despego de ti». Mi labor de liebre personal iba a ser importante para, como decía antes, el comienzo de la carrera. Me había adelantado a ver la clasificación e iba segunda absoluta, con la tercera fémina bastante cerca y la cuarta no mucho más. La primera iba lejos y con un ritmo frenético para las horas en las que estábamos ya.
Mi trabajo ahora es que Saioa mantenga la posición, que no se envalentone, y que no se queme. Damos vuelta y media y andamos unos metros, paramos en el avituallamiento a por Coca-Cola y pasas, fruta y lo que nos pide el cuerpo. Nuestro ritmo medio es de en trono a 6’10/km, contando lo que andamos, así que vamos superbién. Es la estrategia perfecta. Cada vez estaos más cerca cuando suena el disparo de la quinta hora.
Cabeza, cabeza y cabeza. La llevo por el buen camino y, muy importante, ella se deja llevar. A falta de 20 minutos de carrera, nos dan los testigos para dejarlos caer cuando suene el último fogonazo. Al horizonte se notan ya los tonos rosáceos del amanecer, es un momento mágico que vivo por tercer año consecutivo. Últimos 2 minutos y a Saioa le apetece apretar para completar una vuelta más, y así lo hacemos.
5 de la mañana y fin de la carrera. Saioa 2ª absoluta compartiendo distancia exacta conmigo de 59’244km.Se echa a llorar y yo con ella. Felices nos vamos al punto de encuentro. Por mi parte, 12º absoluto y 2º de categoría.

La noche del sábado 13 de julio salí muy orgullosos de 3 personas: obviamente de Saioa por su grandísima carrera, de Marc por su victoria limpia y maravillosa y de mí mismo porque supe actuar sin poner en peligro mi salud. Paré, pensé y actué.

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Podría haber hecho más distancia?! Sí. Pienso que en torno a 6 o 7 más, pero decidí hacer lo que hice, porque moralmente estaba en deuda con Saioa; ella me había ayudado y avituallado durante los dos años anteriores, algo tenía que hacer al respecto y qué mejor día que en las 6 ore di Roma cuando estás a un paso de ser subcampeona femenina.
Cuando me preguntan en entrevistas o artículos, ¿qué es una liebre?, siempre contesto lo mismo: «una liebre es ese corredor que sacrifica su carrera para ayudar a los demás a conseguir un objetivo»; en esta ocasión, con el apellido «personal».

Muchas gracias a todos y todas que estuvisteis pendientes de mi resultado, a Maite con LevelUpSuplementación por la gestión de suplementación impecable en carrera y fuera de ella, a Absotec como patrocinador principal, a todos los amigos italianos que han puesto su granito de arena para hacerme más feliz y facilitarme el viaje (Pepe).

Próximo evento: 10K PARIS (en plenas Olimpiadas)

SALUD & KMS