Ultrafondista por un día!!!  La noche del 9 al 10 de julio de 2022, me he vuelto a enfrentar a un ultra; esta vez, 6 horas corriendo sin parar en el bello circuito de la Villa de Santcis, a las afueras de Roma, con la impresionante presencia del Mausoleo de Helena, madre del emperador Constantino, quien introdujo el cristianismo en la ciudad. O sea, un escenario con una historia inigualable y muy importante. 

En pleno viaje para el maratón de Róterdam, decidí correr este evento. Era el mes de abril, y tenía ya el calendario bastante completo. Tras Holanda, en menos de un mes, la República Checa (Praga) me vio guiar como  liebre de 3h. Tras éste, sólo iba a correr en Jaén.

Cuando corrí el ultramaraton del campeonato nacional sueco de 100k, hice 3 maratones en un mes, y para estas 6 horas quise que fuera igual; por ello, busqué en el calendario maratoniano europeo hasta cuadrar eventos en mi agenda. Primero Biarritz (5 de junio), después La Laviana (18 de junio) y por último Jaén (3 de julio) fueron los «rodajes» estimados. Buenos resultados en todos me han hecho llegar con confianza a la capital italiana.

Reconozco que últimamente, soy un tipo muy afortunado en cuanto a las compañías que tengo durante los viajes maratonianos, y en esta ocasión, mi amiga Saioa no se pensó ni siquiera 2 segundos en acompañarme a éste. Turismo, deporte y amistad, que gran combinación. Gracias por todo!!! 
La acogida en Roma, inigualable, Fede, mi grandísima amiga romana, me ha facilitado todo lo que estaba en su mano (mucho), y Gianlucca ha hecho más de lo mismo. Estaré eternamente agradecido!!! Una bienvenida al circuito propia de los top runner, con unos largos, calurosos y emotivos saludos a todos mis amigos que también se iban a liar esa noche, con algún momento de concentración, pero muchos más de nerviosismo, iban a encaminarme poco a poco hacia las 12 de la noche. 
Con mi avituallamiento personal ya preparado, y mi apoyo listo, me ponía en marcha. 160 corredores íbamos a asistir a uno de los amaneceres más bonitos que nunca he visto. Seis horas dan para mucho. 
La estrategia era clara. Iba a salir a por todas, a por un podium, incluso a por la mejor marca de la prueba, pero la realidad me dejó las cosas claras muy pronto. 19 grados y 45% de humedad me avisaron en la primera parte. Salí a un ritmo controlado de 4’/km, contaba con aguantar así los primeros 50k, y todo iba sobre la marcha hasta que en el kilómetro 30, la deshidratación empezó a avisar a mi cuerpo. Calambres en cuádriceps fueron el primero de ellos. Eso a las 2h exactamente de carrera. Si hubiera querido hacerme el valiente, probablemente en la tercera hora tendría que haberme echado a dormir; pensé, bajé el ritmo y decidí disfrutar (sufriendo) de la carrera. La ingesta de gominllas me ayudaban, pero no hacían base suficiente. Había cenado a las 7 de la tarde y tenía más hambre que vergüenza. Las pastillas de sales, me daban un plus, pero no acababa de hacer efecto. La Coca-Cola y las pasas no me convencían, el agua me sentaba bastante bien, pero no da fuerza…y, de repente, Saioa me dice que hay sandia. Ohhhh, mi salvación. Desde la tercera hora, en cada vuelta (1 kilómetros exactamente) comía uno o dos trozos y me hacían aguantar perfectamente hasta la siguiente. 

Ya entrada la cuarta hora, decido disfrutar aún más, y me engancho a correr con grandes amigos como Pepe, Barbara, Alessandro, Manucci o Fausta, y eso mi cabeza lo agradece, que ya empiezaba a falsear. El sueño, el calor, la cada vez más humedad y el cansancio me están pasando mucha factura. Saioa me anima a cada vuelta y ese punch me ayuda a seguir aunque haga unos cuantos metros a la rastra.
A cada hora, sale la clasificación provisional, y voy bajando un puesto en cada una de ellas, pero eso no importa. Hacía ya tiempo que mi estrategia había cambiado de un posible podium, a llegar entero a la hora final y así fue. El caso es que no contaba con tener las dos. Podium por ser primero de categoría y entrar feliz, llorando de emoción, llorando de cansancio, llorando de alegría, llorando porque un tipo, que encontró la horma de su zapato corriendo por el mundo, había llegado a Roma a correr un ultrafondo de 6 horas, nueva disciplina, y había cumplido con margen su objetivo. 
Una distancia de casi 68 kilómetros, nocturnos, con un clima muy distinto al de Valladolid, rodeado de amigos, en un paraje maravilloso.

8 maratones y este ultra, hacen que lo que va de año vaya a ser recordado toda la vida, aunque reconozco que lo que viene es tanto, o más fuerte. Informaré en breve, pero adelanto que hay cosas en países nórdicos, cruce de charco y un maratón en Asia, entre otros grandísimo a eventos. 

Agradezco enormemente a Federica, Gianlucca, Saioa y a todos mis amigos que han hecho posible in situ, que haya sido un viaje de ensueño. Gracias por confiar en mí, por la ayuda de todo tipo y porque haya sido tan fácil la estancia por esos lares.