MI SEGUNDA VUELTA EN DONOSTI Y MÁS DE LO MISMO !!
Éste ha sido mi segundo maratón en tierras guipuzcoanas, y veo que se repite la misma historia que hace dos años. Volver a San Sebastián no estaba entre mis planes por dos razones: no suelo correr maratones en España ya que prefiero conocer mundo, y evitar volver a ver que no se cuida al corredor en un evento en mi país. Esta crónica, como todas hasta ahora (y seguirá siendo así), es la vivida por mí, en primera persona, desde el punto de vista de liebre, pero sobre todo desde el punto de vista de un corredor más.
El 28 de noviembre de 2021 corría en esta bonita cuidad con la desilusión de una mala organización, contrarrestado por el trabajo impecable del coordinador de liebres del evento: Josetxu. Josetxu es un tipo ligado al deporte, unido al triatlón, y con la responsabilidad de lidiar con el equipo de marcapasos de Donostia. Su trabajo está a falta de una palabra: PERFECTO !! Realmente, por eso he vuelto!!
Propuse unos meses atrás ir a ayudar con el marcaje de ritmo durante 30k, para que me sirviera de rodaje para el próximo maratón, pero en un primer lugar no se contemplaba esa idea, por lo que decidí no ir a San Sebastián para no perjudicar al grupo. Bien es cierto que la gran carga del mes de septiembre y octubre me habían hecho poner mis piernas muy fuertes, y me veía con la suficiente garra para afrontar ser liebre 2h45 de nuevo por estas tierras. Tras el maratón de Larnaca el domingo anterior, Donostia me iba a brindar la salida de mi 55/42.
Llego a Euskadi el viernes muy tarde, después de haber trabajado y yendo en mi coche. El sábado por la mañana, Saioa y yo, nos vamos directos al Kursaal a por el dorsal. A diferencia que hace dos años, la Feria del Corredor se cita en uno de los edificios más famosos de la cuidad. Un verdadero acierto, ya que la proximidad al casco antiguo y centro de la cuidad, hacen más fácil a todos los visitantes la recogida de la «bolsa de corredor». Entrecomillo «bolsa de corredor», porque de nuevo me vuelve a desilusionar ver que la entrega de nuestros enseres (tras haber pagado 80€) es una simple mochila de cuerdas, el dorsal, y una camiseta de bastante mala calidad. Resalto, que Joma tiene prendas técnicas que no se asemejan a lo entregado. La primera crítica, por tanto, no sólo es la camiseta de mala calidad (y la pobre bolsa), sino la falta de tallaje. A mi parecer, no se puede cometer, de nuevo, el gran error de que no haya tallas. Una simple casilla a la hora de inscribirte en la carrera para marcar tu talla de camiseta habría calmado el mal humor generado cuando te dicen los amables voluntarios que no hay tallas. Sólo L, XL y XXL. No se puede permitir que tras pagar lo que se paga, que no haya stock (cierto es que yo como liebre no pago doral, pero tengo que informar). Con este deja vu, me voy a comer y a reencontrarme con mi buen amigo londinense, Oliver, que pasará el fin de semana a mi lado. Tras una tarde de turismo muy agradable, y después de haber vuelto a la Feria para reencontrarme con otros tantos amigos, nos vamos a descansar a Orio.
El día D, ha llegado. La carrera es a las 9 de la mañana. Mi despertador suena pronto, ya que la reunión de pacers, con la entrega de las banderas es a las 8 de la mañana. Puntual, allí estoy, y obviamente los saludos y fotos oportunas con mis compañeros son lo primero. Tras el briefing con Josetxu, nos vamos a linea de salida para hacer la foto oficial.
Son casi las nueve de la mañana, la temperatura es muy baja, tanto como que el termómetro marca 3 míseros grados. Estoy absolutamente congelado. El equipo de liebres de las 2h45 lo formamos mi compañero de baile de tantos maratones y yo. El barcelonés Marc, vuelve por cuarta vez a correr por aquí. Mikel y Sergio nos acompañarán también marcando el ritmo durante la primera media maratón.
El recorrido, respecto al de hace dos años ha cambiado bastante, pues para empezar, la salida no es en lo aledaños del estadio de fútbol, sino en el centro de la cuidad, en la calle Hernani. Esto, a mi parecer, es un punto a favor. Pronto nos alejamos del casco, para volver a él, y llegar a la preciosa Playa de la Concha, en donde la vista a nuestra derecha es encantadora, con Urgull, la Isla de Santa Clara e Igueldo, vigilándonos desde lo alto. A la altura del Palacio Miramar, giramos a la izquierda para aproximarnos al barrio de Lorea, y dos giros inexplicables de 180º nos dejan atónitos. Volvemos por el mismo camino, haciéndonos olvidar estos cambios de sentido al volver a avistar la playa más bonita de España. Sin llegar a la noria de la cuidad, continuamos por el largo Paseo de Errondo, rodeando Anoeta y seguimos hasta la estación de tren de Loiola para hacer otro 180º. Demasiados. El grupo, como ya me imaginaba, es grande. En Euskadi se corre, y se corre muy rápido. Los parciales son absolutamente perfectos a ritmos de 3’53/km. Los pasos por los puntos de control están siendo atacados por todo el grupo de unos 100 corredores en los tiempos establecidos. Cuando ya estamos de nuevo en el centro de Donostia, nos queda cruzar el puente del Kursaal, subir hacia la playa de Zurriola y en lugar exacto, volver a hacer un giro de 180º. Con esto, y la tendida bajada nos metemos en la segunda vuelta. Obviamente calcada a la primera. Sergio y Mikel nos dejan en ese momento. La media maratón, la pasamos en 1h22’00» (30 segundos de ventaja).
El catalán y yo, nos quedamos a los mandos del grupo, que sigue siendo enorme. Aunque ha pasado ya casi hora y media desde el pistoletazo de salida, mi cuerpo esta absolutamente helado. No siento las manos ni los pies, y tengo la parte abdominal acalambrada de tanto comprimirla para intentar evitar el frío. Hasta el momento mi estrategia de suplementación esta siendo buena, bebiendo de mi botella de maltodextrina combinándola con agua en los puntos de avituallamiento, y aportando una pastilla de sal cada 40 minutos. Comentar, que los voluntarios de los avituallamientos, de diez, y los puestos, muy completos con vasos y botellas de agua, e isotónico. Sin queja.
Aunque sigo congelado, los parciales siguen lo estipulado. Marc no está tan hablador como otras veces, le pregunto que qué tal está, y su respuesta me deja tocado. – No creo que consiga acabar- me dijo. Nadie lo creía, pero mi pareja de baile es humano, y en el kilómetro 30, se retira. Ahora sólo queda el pucelano frente al grupo. Van pasando los kilómetros por el inapetente recorrido, mientras empiezo a entumecerme. Seguía sin entrar en calor y estaba intuyendo que yo tampoco iba a poder acabar, pero una retahíla de maratones en mis piernas, me permiten tirar de experiencia, y en el kilómetro 34, justo antes de un falso llano, pero largo, paro en seco, estiro gemelos y cuádriceps y continúo. En ese parcial llego a perder 18 segundos, que recupero con un pequeño arreón en el siguiente. Me vuelvo a colocar con mi grupo y seguimos, pero en el 39 les comunico que sigan a ese ritmo, que lo han hecho increíblemente bien, y que llegarán en tiempo si siguen así. Yo me dejo caer. No puedo más. Pienso que no me va la vida en esto, ni tampoco vivo de ello (ojalá). Yo también soy humano, y por primera vez en 31 veces como pacemaker, no iba a cumplir con mi trabajo. Tiempo final 2h46’48».
Mi derrota física, y emocional se ven eclipsadas por las muestras de agradecimientos de los corredores al entrar en meta y haber recuperado el aliento. En Donosti, repito, se corre rápido. En Donosti se corre muy bien acompañado. Y en Donosti saben el trabajo que significa ponerte una bandera de 2h45. Eskerrik asko a todos, y mi mas sincera enhorabuena.
Mientras escribo esta crónica, echo la memoria atrás, y recuerdo que la crónica del evento de 2021 la hice, pero no la quise publicar porque no salí contento de ella y en su día pensé que me podía perjudicar, pero ahora, después de 35 maratones desde aquel primer Donostia, creo que esto es necesario dar a conocer mi punto de vista, para que (ojalá) mejore el evento. Ésta vez, lo único que cambia es que esta vez sí que la publico. Un maratón, cuyo dorsal cuesta entre 50 y 80 euros, en la que te dan una bolsa de corredor inexistente, el error de las camisetas, una Expo en la que no dan posibilidad a otros eventos deportivos de hacer promoción; sólo la media maratón y maratón de Barcelona (porque la dirección es la misma que la guipuzcoana), y un stand con el nuevo circuito de «la 5 grandes de España» es lo único que se muestra sumado al de las prendas y suplementaciones. Destaco también, que de 3500 corredores de los 42k, 2500 de los 21k y 2500 de los 10k, un total de 970 han sido guipuzcoanos, y casi 3000, franceses. Para mí, es un dato relevante, y mi conclusión es que quien va a Donostia, no repite por todo lo anterior escrito. No se puede sólo pretender hacer caja, hay que dar un buen servicio al corredor.
Volver a correr San Sebastián podría decir que no va a estar en mis planes, pero sinceramente, el trabajo que desempeña Josetxu es impecable, y ese mismo trato es el que busco en cualquier maratón al que voy de liebre, así que: continuará (si esta crónica no lo impide).
Tras el maratón, tocaba disfrutar de mi gente, yendo a la Sidrería Petritegui a comer y pasar la tarde. Mil gracias a todos !!! Agradecimientos, como siempre a Absotec por su compañía allá a donde voy, LevelUpSuplementacion por el trabajo que hace, amigos y demás que han estado conmigo presentes y no presentes en este bonito fin de semana, pero sobre todo a Josetxu; enhorabuena por tu trabajo.
ESKERRIK ASKO JOSETXU !!!!
Próximo evento: Maratón de Valencia el 03 de diciembre como pacer 2h50, el que será el 19º del año y 56º en total.
SALUD & KMS