VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA. By Jaime Gutiérrez
No todos los coleccionistas de matones conocen el Kristallmarathon. Yo tampoco hasta el pasado abril, en donde mi amigo eslovaco Tomas, con el que ya he compartido varios viajes maratonianos me habló de él cuando corrimos juntos en Bratislava. El formato no es el más común, por ello os cuento brevemente en el siguiente párrafo, y más detalladamente pinchando en el enlace del último. Tomas me enseñó algunas fotos y videos de este peculiar evento, al cual había asistido dos meses atrás para correr su medio maratón. Sin titubear, aunque sorprendido de lo que mis ojos vieron en su móvil, le dije que allí tenía que correr yo…y así ha sido.
Kristallmarathon, o también llamado «el maratón de la mina», se corre dentro de una antigua mina de sal, ahora un museo, sala de conciertos, actuaciones y demás eventos deportivos, como nuestro maratón y una prueba de montain bike, en un pueblo llamado Merkers, en la región de Turingia, Alemania. Merkers es un pueblo de 1500 habitantes a unos 180 kilómetros de Frankfurt, la ciudad más cercana con aeropuerto al evento. El evento lo venden como el maratón que se corre a -500m de profundidad con 750 metros de desnivel acumulado dando 13 vueltas de 3’300 kilómetros (42’9k).
La logística no es la mejor del mundo para asistir a la mina, pues como decía antes, la cuidad con aeropuerto más cercana es Frankfurt. Mi viaje comienza el viernes tras haber trabajado de turno de mañana. Un AVE Valladolid-Madrid y un vuelo rápido me ponen los pies en la cuidad alemana a eso de las 23:45; allí mis amigos Tomas y Edgar me esperan con una cerveza en mano mientras nos ponemos un poco al día. Sábado por la mañana activación y turismo para conocer la ciudad. Tras comer, alquilamos un coche para hacer noche en Brosch, un pequeño pueblo a media hora de la mina.
El día K ha llegado. El maratón comienza a las 11 de la mañana. Legamos a las puertas de la mina sobre las 9:00 y recogemos el dorsal en una de las salas de la superficie. Fotos y algunos vagones de cuando la mina estaba en plena explotación decoran las pareces y habitáculos. La emoción de lo que estoy a punto de vivir me pone bastante nervioso.
Una vez recogido el pectoral y una toalla que nos dan, nos disponemos a bajar a las profundidades; exactamente a -500m desde la superficie. Para ello un elevador de 3 pisos nos transporta «en caída libre» a 30km/k. Salimos de él, y pasamos a una galería en donde nos esperan los camiones con los que llegaremos hasta la galería principal (la más grande de Europa). El recorrido es movidito, pero a la vez, muy divertido, dejándome boquiabierto con todo lo que veo.
Ahora tenemos que andar un poquito hasta la impresionante galería principal, ésta mide 250 metros de largo, 17 de alto y 22 de ancho. Al fondo se ve una pantalla gigante que divide en 2 el espacio. Hay mucho movimiento, ya que la prueba de 10k está a punto de comenzar. Mi estado de alucinación es permanente.
Aquí abajo hace calor; tanto como 22ºC constantes, la humedad relativa ronda el 60% y yo que aún no me he quitado la ropa de abrigo que llevaba puesta empiezo a sofocarme (arriba había 1ºC). Aunque todavía queda algo más de una hora, me preparo el outfit para la ocasión. La diferencia a todos los demás hasta la fecha es el uso obligatorio de casco y foco de luz; sin duda un lastre que entorpecería la carrera a todos los asistentes; aunque sinceramente pienso que quien corre el Kristallmarathon, lo hace para vivir la experiencia y no de competir. Luego está un tal Jaime, que viene las dos cosas. Había estado desde mi último maratón (Maga Circe el 4 de febrero), entrenando dos veces por semana las cuestas, ya que nunca lo hago, y tenía la esperanza de no pasarlo tan mal como si no lo hubiera hecho. Series en cuestas, y más desnivel de lo normal en mis piernas, me iban a dar esa chispa que sabía que iba a necesitar.
Las 11:00 llegan. Me coloco en primera fila, y tras una cuenta atrás que no sé porque número se llegaban, arrancamos. Me coloco en primera posición junto con otro chico. Lo adelanto en las subidas y me adelanta en las bajadas, así durante la primera vuelta. Esta primera vuelta, desde días anteriores me había prometido que iba a ser de reconocimiento del terreno, pues como ya decía, el recorrido constaba de 13 vueltas exactamente iguales. Primer giro a la izquierda y un repecho al 10%, bajada pronunciada, falso llano de 800m, fuerte subida al 15%, y bajada peligrosa para seguir por una recta en subida hacer un giro de 180º y bajar la misma para meternos en la galería en donde se sitúa el punto de control.
Hay dos avituallamientos por vuelta, colocados uno al principio de una cuesta, y el otro al final de otra. Mi estrategia de suplementación estaba estudiada y muy bien estudiada. Había estado hablando con mi responsable de esta tarea, Maite de LevelUpSuplementacion. Lo tenía claro: agua, y agua con Carbohidratos y Maltodextrina en un soft de 500ml que llevaría conmigo hasta que se acabara, además de sales cada 30 minutos, ingeridas con agua y un gel a las 2 horas y cuarto de haber comenzado la carrera. Cumplí todo a la perfección y le sumé un plus, y es que en uno de los puntos de avituallamientos en los que me tocaba tomar la cápsula de sal, agarré un vaso de Coca-Cola. Ese chute de azúcar me dio la vida y seguí con ello hasta el final. Vaso de agua más vaso de cola a partir del 32.
No quería hacer mucho caso al reloj, porque sabía que se volvería loco, pero una intuición los días previos al evento me hizo pensar que si iniciaba la actividad en la superficie y marcaba la opción de «continuar después», habría una posibilidad de que me contabilizara todos los datos. Funcionó, pero honestamente pensaba mientras corría que no era así, ya que todos los parciales estaban marcando 4’26». No me podía creer que coincidieran y directamente hice caso omiso de ello, aunque miraba de vez en cuando.
Bien es cierto que la situación de carrera no es la más óptima, presión en los oídos, oscuridad, temperatura, humedad, casco, soledad…pero supe afrontar esos casi 43 kilómetros de subes y bajas. 750m de desnivel acumulado de pelea contra uno mismo, disfrutando cada zancada, disfrutando de cada cuesta y cada bajada, de cada paso por meta, en el que esa pantalla gigante marcaba el paso de cada corredor. Había ido en cabeza hasta la séptima vuelta y no tenía ninguna intención de pelear bajo tierra después de pasar al segundo puesto. En mi última vuelta, vuelvo la cabeza, y leo que el tercer corredor acaba de pasar por meta; es decir, le sacaba prácticamente 3 kilómetros. Tomás que ya a acabado su carrera me ve y me acompaña durante unos metros mientras me graba. Verme me pone la piel de gallina, porque lo que se ve es lo que fue. Paso a paso, al tran-tran, sin parar en ningún momento, tomando agua y cola en cada mitad de vuelta, y sobre todo haciéndome a la idea de que el día que bajé al centro de la tierra a correr un maratón, me iba a subir al segundo peldaño del pódium.
Tiempo oficial: 3h10’50» para el subcampeón. Sin duda una de las mejores experiencias que he vivido en este mundillo tan maravilloso de los maratones. Tras una larga espera para subir al escenario a recoger mi trofeo, subimos de nuevo a la superficie en donde nos damos una buena ducha en los vestuarios de los trabajadores (todo perfecto), y vuelta a Frankfurt para descansar y volver a casa al día siguiente.
Agradecer a quienes han estado pendientes de mi humilde hazaña alemana, a ABSOTEC por su siempre presencia, LEVELUPSUPLEMENTACIÓN por la perfecta gestión de carrera, y en especial a Edgar por su hospitalidad y Tomas por darme a conocer esta aventura y haber coordinado todo lo posible para conseguir un dorsal.
Próximo evento maratoniano: maratón de Bolonia el 3 de marzo como pacer 3h.
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SALUD & KMS