10 HORAS EN ZURICH:

10 horas en Zúrich dan para mucho, en mi caso para correr el primer maratón del año en el mundo mientras me congelo de frío:

Volver por tercer año consecutivo a Suiza en nochevieja era «obligatorio». El año pasado, con mi tercer puesto absoluto en la carrera, me obsequiaron con un dorsal gratuito para volver la siguiente edición y así iba a suceder. Lo que es cierto es que el viaje sería más exprés que nunca. Iba a llegar a Zúrich a las 21:00 e iba a retornar a Madrid a las 7:00, pero como siempre digo: SI COMPENSA, HAZLO !!!

Había pasado parte de los días de Navidad entre Valladolid y Bilbao, sin entrenamientos largos desde mi último maratón el 15 de diciembre en Pisa, pero no había parado. Un 10k en Aranjuez el día 22 me recordó que aunque no entrene velocidad, todavía soy capaz de correr por debajo de los 35 minutos, y el domingo siguiente, una carrera en Getxo de casi 9k con mucho desnivel me puso a tono.
Tanto el tendón de Aquiles izquierdo como el piramidal interno derecho me estaban dando bastante guerra. Guerra no como para hacerme parar, aunque cierto es que no me habría venido nada mal.

Como decía, me presento en Zúrich sobre las 21h, junto con mis amigos sevillanos Raúl y Paz. Yo lie a Paz, y Paz a Raúl: el poder del maratón !! En el aeropuerto cogemos un Uber hasta el punto de concentración ya que entre los 3, ahorramos mucho tiempo a mismo dinero que en trasporte público (42€ en 15 minutos). Había estado muy pendiente del tiempo que iba a hacer para la ultima noche del año, y «sólo» se esperaba frío, pero no imaginé que tanto. A priori, -2 grados con sensación térmica de -4, pero eso en el centro del pueblo (Shlieder). Al hacer la mochila de viaje pensé que iba con la ropa correcta, pero no.

Llego al pabellón en donde nos concentramos los amantes de la distancia y acompañantes. Aún está bastante vacío. Yo ya había cenado un tuper de pasta sin gluten con huevio duro y aguacate en el avión a eso de las 19:00. Demasiado pronto. Tengo hambre pero resisto la tentación de comer algo que me siente mal (intolerancias varias). Recojo mi dorsal, y saludo a un par de buenos amigos suizos. Sobre las 23h me preparo con mi traje de faena y salgo del pabellón a catar el frío de la noche. Ojo !!

Diez minutos antes de la media noche, me coloco en línea de salida. Calentamiento estático hasta que se llega la hora, y tras la cuenta atrás, comienza el Año Nuevo. Como en años anteriores, me felicito el año personalmente mientras comienzo un maratón. Primer segundo del 2025 y pistoletazo de salida !! Me esperan 4 vueltas alrededor del rio, por un camino oscuro, sólo iluminado durante la primera hora por los miles de fuegos artificiales que los vecinos tiran y con las «palmeras» que nacen desde la capital suiza (a 6 kilómetros). Mi outfit, que al principio pensaba que iba a ser suficiente, a menos de 200m me doy cuenta que no lo será. Esos -4 grados que habían a la puerta del pabellón, bajan empicado cuando nos acercamos al rio y la sensación con ellos, pero como dice mi amigo suizo Marcel: «si en Suiza tienes frio cuando corres, es porque vas muy lento». Me jodo yo !!! El caso es que durante los primeros kilómetros, aunque hace frío, lo llevo bien; mi estrategia pre carrera era muy clara: ritmo medio de 4’/km hasta que tomara la decisión de apretar un poco más, o bajarlo por el cansancio, el sueño y el hambre.

Obviamente el curso del evento lo conozco perfectamente, pues ya son 8 vueltas que había dado en años anteriores, pero surge el primer problema importante demasiado pronto: tras un ritmo constante y cómodo, en el kilómetro 8 se acaba la vegetación que empapa el río, ya que salimos brevemente de su orilla para correr por un pequeño sendero que nos lleva al puente en el que damos la vuelta de camino al paso de control del pabellón. Al no haber vegetación, el frío es absolutamente insoportable. De repente no sólo mis pulmones, sino que mis manos y antebrazos entran en shock por el frío. Para los primeros, me pongo el buff tapando la boca, solucionando la entrada de aire helado, pero disminuyendo la de oxígeno, pero para las manos y antebrazos no veo remedio. Sin ser meteorólogo, en ese momento calculo que en esa zona al menos habrían -9ºC, algo que me confirmaron al día siguiente con -11ºC de ST a las 2 de la madrugada. Todo esto con un 93% de humedad.

Al paso de la primera vuelta, y con la entrada al pabellón no le doy demasiada importancia al crono, pero inevitablemente lo miro: 10’5k en 42:02, exactamente como había planificado en casa. Aguanto unos pocos kilómetros más hasta que vuelvo a la zona de más frío, entonces bajo un poco el ritmo. Mis manos están completamente heladas y no soy capaz de mantenerlas ni un poco calientes. Tras el frío que pasé 3 semanas atrás en el maratón de Reggio Emilia y que creí que nunca volvería a vivir una hipotermia, escogí unos guantes de moto para correr este maratón. Mal hecho. Muy mal hecho. Kilómetro 18 y no siento ni un dedo de mis manos; corro con ellas en las axilas pero mi improvisación no da resultado. En ese momento pienso que seguir es la única opción y continúo a buen ritmo aunque he bajado a 4’15/km. Paso de la media maratón en 1:26:02. Sigo.

Al salir del pabellón tomo mi primer gel, sé que me va a hacer falta un poco de gasolina, pero para tomarlo, pido ayuda a los voluntarios del puesto de avituallamiento; paro escasos 20 segundos. Sigo. El frio que tengo ya es muy serio. No hago vida de mis antebrazos y los calambrazos en ellos de la tensión, me están fustigando como en Reggio Emilia. Entonces, en el kilómetro 26 doy por finalizadas mis esperanzas de mejorar las marcas de años atrás. Mi cabeza necesita un respiro y se lo doy. Veo uno de los muchos tocones de madera prendidos para dar calor a los voluntarios que permanecen inmóviles en sus puestos, y paro. Necesito resetear mi cabeza y calentar mi cuerpo, especialmente mi tren superior. Un minuto después continuo, con algo más de temperatura, pero que baja radicalmente al ponerme en marcha. Me faltan 17 kilómetros de lucha.

De repente veo a Paz y Raúl. Llevan un ritmo tranquilo tras un imprevisto de mi amiga, y me uno a ellos contándoles mis penas. Ellos me cuentan las suyas. Nos entendemos, pero a la vez nos preguntamos que qué hacemos allí pasando penurias. Somos maratonianos !! Corro con ellos, o al menos lo intento, durante un par de kilómetros, pero de nuevo tengo que pararme en el fuego a calentarme. Es insoportable. Lloro de rabia. No entiendo como ese dolor que produce el frio puede hacer que no puedas dar ni un paso más. Estoy corriendo a 6’30/km, y ya todo me da igual menos una cosa: acabar.

Sólo me queda una vuelta. 10’5k de sufrimiento, pero que la experiencia como corredor y como maratoniano (que no es lo mismo) me dan un plus de confianza sabiendo lo que tengo que hacer: parar en cada fuego que vea para poder finalizar lo que empecé (hasta 10 veces), no sin antes sacar fuerzas para acabar los últimos 3k a un buen ritmo después de toda la noche.

Tras 3h25’04» entro por cuarta vez al pabellón, sonriente pero magullado por lo vivido. Es el maratón que más tiempo he invertido de todos mis 88, pero sinceramente no me importa. Entro feliz por lo conseguido, por no haber abandonado, por haber reaccionado a tiempo, por ser finisher en un día que podía no haberlo sido, por haberme puesto en línea de salida 88 veces y traspasado la línea de meta otras 88 maratonianamente hablando.

Fin del partido: FRIO SUIZO 1 – 1 JAIME

Tras la gesta (pienso que sí lo es), ducha caliente y toca hacer tiempo hasta las 5 de la mañana en la que tengo que irme al aeropuerto para volver a casa tras 10 HORAS EN ZURICH.

De nuevo conquistado el primer maratón del año en todo el mundo, de nuevo maratoniano el primer día del año.
No pienso que vaya a hacer 30 maratones como en 2024, pero seguro que los que haga los disfrutaré en las circunstancias que sean.

Feliz año maratoniano a todos; gracias a los de siempre por los ánimos, por estar atentos y por leerme. Gracias a Paz y Raúl por ese rato en Suiza, y a Marcel por tu amistad y tus regalos.

Próximo evento maratoniano: MARATÓN DE MARRACKECH el 26.01.2025

SALUD & KMS