Todo salió mal.
Amaneció como amanece en Hamburgo, lloviendo, cielo cerrado, humedad y frío. Lo del viernes y el sábado fue un eclipse respecto a lo que se avecinaba de 9:30 a 12:30 el domingo.
Nos acostamos a las diez de la noche, muy a la alemana, cenamos un buen plato de pasta para coger fuerzas y a dormir con los inevitables nervios pre-maratón. Mi despertador sonaba a las 7a.m., ¿para qué antes? La carrera empezaría a las 9:30, y sigo sin entender por qué, ya que amanece a las 5:30; si hubiera hecho un día de sol y calor, como los anteriores, quizá hubiéramos sufrido más de lo que lo hicimos, – no se qué hubiera sido peor-. Desayunaba de forma habitual y a las 8, Teto, de manera muy amable, como siempre, nos acercó a la salida con todas nuestras pertenencias, pues esa noche la pasaríamos en un magnífico hotel al lado de la meta para facilitarnos a todos todo. Una vez dejado en consigna las mochilas, nos vamos a la salida. 8 grados, con menos sensación térmica, lluvia insaciable, y una ligera brisa heladora que se penetraba en el centro de los huesos !! Qué horror !!
Cabe destacar que la organización es de diez, mover a 35000 personas a la vez no admite fallos, y así sucedió. Entro en mi cajón a las nueve en punto, y me pongo a calentar en unos 50 metros cuadrados. No entro en calor. Tirito. Rilo. Se me entumecen los músculos, y los pies ya están calados.
Salida puntual, muy limpia, y 20 segundos por detrás de la élite. Salgo fuerte. El día anterior el ansia me pudo y pensé en poder hacer marca personal, pero una vez en la línea de salida, no quise pararme a pensar que las condiciones climatológicas no me lo iban a permitir. Desde antes de empezar, gafas empañadas (tengo que plantearme seriamente el correr este tipo de eventos con lentillas). En el kilómetro 4, primera gran cagada de la mañana: gracias a no ver nada, atravieso una balsa de agua que me llega casi hasta las rodillas. Zapatillas de 230 gramos ahora pesan 2 putas toneladas. La moral por los suelos. Aún así, paso el 10000 en 38’09». En vez de bajar ritmo, ya que soy completamente consciente de que no podré aguantar así toda la carrera, sigo mismo ritmo y «técnica» y paso la media maratón en 1h21′ (tercera mejor marca personal). Cada kilómetro que pasa baja el ritmo, pues mis brazos están tan entumecidos que no los siento, al igual que mis piernas; los isquios me piden parar, los gemelos empiezan a cargarse, y para más inri, noto que mi tobillo izquierdo está lesionado, cada zancada se desvía hacia adentro y no soy capaz de «enderezarlo». Todo mal. Al tomar mi segundo gel, en el pk24, me pasa lo mismo que con el primero, que lo tomé en el 14: sale por donde entró. Corte de digestión. En uno de los avituallamientos veo fruta, cojo un trozo de plátano, lo meto en la boca y me atraganto. De puta madre!! Puede salir algo peor?!
Hablan del maratón de Hamburgo como ultrallano, pero os aseguro que no. Está lleno de falsos llanos; no toboganes como dice mucha gente, pero subiditas templadas que a mí me destrozaron.
Todo esto lo achaco aparte de la climatología, a la falta de entrenamiento específico para un evento de este tamaño, pues sólo hace tres domingos que he corrido el I Maratón Vig-Bay, y el descanso es fundamental. No era el día de intentar cosas, lo hice y lo pagué.
No hago más que pensar en pararme y estirar, pero sé que la consecuencia puede ser tenerlo que hacer más veces. Efectivamente, en el 35 paro. Mis piernas me han dejado de lado. Ando 200 metros y sigo. Me cuesta arrancar, y cuando lo hago, el ritmo cae por encima de 4’45. En el 38 de nuevo me paro. Lloro de rabia, de impotencia, de dolor. En el 41, una subidita templadita e interminable hace que piense de nuevo en parar, pero ya se huele el ambiente de meta. Oigo al speaker y casi veo la alfombra roja. Sigo.
Allí me esperan en la grada Teto y Yurena, unos animadores de órdago, que se dejaron la voz en mis últimos metros. Ahora todo es alegría !!! Tiempo oficial 2h53’39» que no está nada mal !!
Este es el resumen de lo que eh sentido en MI carrera; ahora la parte neutral:
En la cuidad del Elba siempre llueve, y los lugareños están más que acostumbrados, su vida es bajo la lluvia, por lo que increíblemente para mí, las calles estaban abarrotadas de principio a fin del recorrido. Llenas de niños pequeños con sus padres animando como si no fuera a haber un mañana, aplausos para todos, soniquete de carracas y bubucelas, gritos de ánimo…
Como anécdota maravillosa, en el pk7, uno de los puntos de animación de la carrera, una orquesta sinfónica tocando el «Viva España» de Manolo Escobar, y la gente a grito pelao contándolo. Qué emoción !!! Yo enloquecí !!!
El recorrido, es muy bonito. Se sale de Messe (Torre de comunicación) y nos adentramos por Reeperbahn, en el barrio de St. Pauli, tipo candem de Londres, llena de tiendas singulares, sex shop, clubs, grandes luminosos, gente extraña… de allí nos dirigimos dirección centro por St. Pauli Hafenstraße, preciosas vistas de la zona portuaria. En el kilómetro 15 empezamos a bordear el lago pequeño y el grande. Esto nos llevará un buen rato. Preciosas vistas de éstos, con sus veleros amarrados. Subimos al norte de la ciudad, donde está la zona rica (más aún) de la urbe, con casas unifamiliares del estilo de Nothing Hill, para enfilar la zona final, de nuevo en el centro de la ciudad, para rematar en la zona de salida. Zona de meta con vallas desde un km antes de línea, y gradas al final. Speaker que avisaba de que venían españoles, en mi caso, con un «vamos, ánimo» y emocionalmente, nombrándome en la mismísima línea de gloria.
Dicho todo esto, entiendo que sea la segunda maratón más importante de todo Alemania, y quiero y no puedo imaginarme Berlín – en septiembre lo comprobaré-. La ananimación pese a la lluvia, lo bien organizado, los numerosos avituallamientos (sin quejas del trabajo los voluntarios), la expectación… la tendré en cuenta para futuros maratones germanos, que estoy seguro que haré más de uno y más de dos.
De nuevo, mi gran compañero maratoniano y amigo Carlos, me ha acompañado en otra ciudad distinta. Gracias por estos grandes y buenos momentos, amigo. Él también con frío, logró un grandísimo tiempo en su 72 maratón.
Al final, ahora que no estoy enfadado conmigo mismo, y sin tener en cuenta que no he disfrutado la carrera, diré que Hamburgo me ha servido para aprender y para coger experiencia, para saber cuándo sí y cuándo no se puede salir a conseguir metas, a cómo si sale un día malo, hay que recular (pero no abandonar, nunca se abandona).
Queda esperar, con cabeza, a mi próximo evento, el 18 de mayo, en menos de tres semanas, para correr el maratón de Copenhague. Tierras danesas me esperan y va a ser un maratón más que especial.
De nuevo, doy las gracias a Teto y Yurena, que si no es por ellos, no me habría planteado correr es esa bella cuidad. MIL GRACIAS CHICOS !!!!
La recomiendo: SI
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