No se me habría imaginado nunca!! La supuesta Suiza Oriental no entraba en mis planes de maratón, pero la posibilidad de ser pacer allí lo cambió todo. Cuando corrí en julio el ultra fondo de las 6 Ore di Roma, ya me tantearon la opción de pisar suelo libaní. Ser liebre fue lo único que hizo que se me abriera el apetito para plantearme mi primer maratón asiático allí. Saber que varios amigos pacers de toda Europa harían la misma locura que yo, me inyectó una respuesta rápida: SÍ, SERÉ LIEBRE EN BEIRUT

La organización, desde el primer momento, está presente en el grupo de liebres, aportando información valiosa del listado de los marcapasos con los tiempos a guiar, precios y opciones de las habitaciones del hotel oficial, y todo lo relacionado con el evento. Al ver la mencionada lista, hago un recuento de los amigos que viajan, y entre otros muchos están mis paisanos Sergio y Marc, con los que en un momento nos ponemos de acuerdo para compartir habitación; con un viaje de este calibre, hay que abaratar costes por donde sea. Una vez cogidos los vuelos, sólo queda esperar al día.

El viernes está dedicado expresamente a viajar. En esta experiencia lo hago desde Barcelona con escala en Atenas, idéntica ruta para la vuelta. Llegamos sobre las 2 a.m. al aeropuerto después de 8 horas, a la que sumamos la larga espera de «declaración/visado» y el trasporte hasta el hotel. En ese momento, nos damos cuenta que no estamos en nuestra casa, anécdotas variopintas, y yo, quizá con más miedo que vergüenza, mi cabeza da un giro y se imagina lo que mis ojos verán durante 3 días en esta oscura ciudad. No fui mal encaminado.

El sábado, como siempre, no perdono. Madrugo para hacer la activación (7k a 4’00/km); mis dos compañeros de habitación también, aunque a sus ritmos. Llegamos hasta las famosas Pigeon Rocks de 60 metros de altura, talladas por el oleaje del Mediterráneo, y nos damos cuenta de las condiciones que tenemos: 24 grados a las 8 de la mañana, 60% de humedad, cuestas y mal terreno. «La que nos espera mañana!!».

Ducha y desayuno, para afrontar una mañana y tarde de turismo por la ciudad. Quien ha estado por estos países sabe lo que se cuece por sus calles, pobreza extrema y lujo dados de la mano, con apenas unos metros separados entre ellos, cicatrices de la rebelión de un país por la gigantesca inflación, pero de esto no hablaré demasiado para no perder la esencia de mis crónicas, que no es otra que la de querer transmitir mi vivencia maratoniana en primera persona. Aprovechamos para ir a la feria de corredor. Local situado en «Down Town» en La zona adinerada. Pequeña (pequeñísima mejor dicho), bien organizada, con un sólo stand con calcetines, y otro más del merchant del evento, así como 4 mostradores con las distintas distancias que se recorrerán al día siguiente. Mural con todos los nombres de los participantes, detalle que a todos nos gusta parar unos minutos hasta encontrarnos. Muy buena atención por parte de las chicas voluntarias con la entrega del material (la camiseta) de pacer. Pronto volvemos al hotel, porque el miedo al que hacía antes referencia aparecería si anduviéramos de noche por allí. En Líbano anochece a las 16:30. Dato a tener en cuenta.

El día B iba a llegar muy pronto; principalmente porque el trasporte que la organización nos ofrecía para llegar a la línea de salida, partía a las 4:30 de la mañana, lo que significa que el despertador sonaría a las 3:30 para desayunar y aviarnos. En Beirut, debido a esta inflación y corrupción que abordan el país desde 2019, sólo conectan 3 horas de luz por las calles en toda la jornada. Con este dato curioso, queda entredicho que cuando bajamos del taxi, sólo había oscuridad. Pura oscuridad. Bastante falta de entendimiento de la seguridad y voluntarios, hacen dar más vueltas de la cuenta hasta encontrar nuestro espacio habilitado para los pacers. Una vez allí, todo es perfecto. Un amanecer de ensueño, junto con los momentos previos al maratón, hacen una mezcla de sensaciones inolvidable.

La temperatura es agradable, pero no para correr. -Si hace calor a las 5 de la mañana, no me quiero imaginar a eso de las 9, cuando ya esté acabando-. Tras la entrega de globos, fotos y briefing por parte del coordinador, nos vamos colocando en nuestros cajones. Marc y yo tenemos un trabajo por hacer y sabemos que aunque las 3 horas las controlamos a la perfección, somos conscientes de las condiciones con las que vamos a correr.

Son las 6:20. Comienza la carrera y con ella las sorpresas. Primer kilómetro marcado a los 700m, y segundo a 800 después. «De cojones Marc, empezamos bien» le digo a mi querido amigo. El caso es que el larguísimo tercer kilómetro lo deja a «pre» y se mantiene durante toda la carrera. Menudo susto!!

Empezamos los primeros kilómetros marcando nuestro ritmo a la perfección, la primera parte es favorable, aunque en el pk9 hay un repecho importante. El grupo es escaso; no más de 15. Realmente escaso. Sobre la primera hora de carrera, km14, el calor hace mella, los avituallamientos, que no faltan cada 2’5 kilómetros, son los que nos hacen aguantar a todos los presentes y no abandonar.

El recorrido es feo, inapetente, sucio, e infumable. Discurre prácticamente todo el tiempo por la Cornise, (paseo marítimo), haciendo algún trayecto por calles paralelas a él ; eso sí, siempre de ida y vuelta. Durante las tres horas, nos encontramos cada 500 metros a la cruz roja, ellos, con sonrisa permanente y animando a todos los corredores, hacen más llevadera la carrera. Por lo demás, refugiados, personas golpeadas por la vida que les han tocado, algún que otro foráneo curioso por lo que sucedía en esas calles que por lo general están llenas de motos y coches desbocados. Esos, que con la no ayuda del gobierno, hacer que estén llenas de cráteres y suciedad.

Nuestro trabajo es impecable, paso de media maratón en 1h29’07», exactamente lo que el coordinador nos había pedido, ya que la segunda parte sería más dura. Efectivamente, sobre el 29, nos viene un repecho de 300m al 8%. Exactamente aquí, el único corredor que llevábamos, se pierde por el camino, y sólo nos queda acabar el trabajo que vinimos a hacer. De regalo, la parte más bonita del recorrido, son los últimos 3, que se hacen cuesta arriba con momentos de hasta el 9%. Aquí, algo más de público, pero nada de echar cohetes. Última curva a la derecha, y bajada hasta la línea de meta. Tiempo oficial: 2h59’33»

Abrazo a mi compañero de baile, felicitaciones de los corredores que entraban pasadas las 3h, enormemente agradecidos por nuestro trabajo durante los kilómetros que pudieron acompañarnos. Algunas fotos. Agradecimiento también por parte del director del evento y espera a nuestro amigo Sergio, que también bordó su trabajo de las 3h15.

Me quedo sobre todo, con el grandísimo trabajo de los voluntarios en los puntos de avituallamiento, siendo muy correctos; los miembros de la cruz roja, los cortes de los cruces (cero tráfico), el buen trabajo de Akram, coordinador de liebres. A rasgos generales, grandes reencuentros con mis amigos europeos, y alguno que otro americano. La convivencia con los barceloneses, la experiencia con éstos y con los amigos de Tarragona, a Federica de nuevo por la oportunidad de empaparme de felicidad haciendo lo que me más gusta: CORRER MARATONES AYUDANDO A LOS DEMÁS.

Para rematar el viaje, excursión de 10 horas con guía privado con la compañía de los tarraconenses hasta Anjar y Baalbek. Un día maravilloso, para finalizarlo con el larguísimo viaje de vuelta ya que desde las 6 de la mañana del lunes he estado viajando hasta las 17:30 del martes que he llegado a casa. «COMPENSA?! HAZLO».

Resumiendo, me permito el lujo de opinar que el maratón de Beirut no tiene ningún interés por lo demacrada que está la ciudad, el cambiante ambiente de sus calles y demás diferencias con Europa, pero bien es cierto que esto enriquece; y mucho. Correr en Líbano me hace pensar (en frío), que no tardaré en volver para cultivarme de estos países aledaños al visitado. Recalco que quizá sea yo quien no está preparado para estas culturas…a lo deportivo, otro maratón más, con muy buena atención al corredor y muy buena organización. Correr el maratón de Beirut, aprovechando un viaje a Líbano, puede estar muy bien. Hecho, sufrido y disfrutado aunque no lo parezca. Me llevo a casa una experiencia y aventura brutal.

Puedo decir muy orgulloso, que mi 34° maratón, lo corrí en Beirut, en Líbano, en Asia; que mi trabajo lo hice perfecto, y que de regalo, de nuevo he entrado por 3ª vez consecutiva el primer español en meta de un maratón tras Chicago y Venecia. ( aquí no tiene ningún mérito).

Próxima parada Maratón de Florencia como pacer 3h el 27.11.2022.

Salud & kms