Parece que Italia tendrá que esperar, y el destino se ha pronunciado aclarando que no será en aquellas maravillosas tierras donde corra el primer maratón de 2020. Si en un principio sucedió con Marina di Carrara en el White Marble Marathon el pasado 23 de febrero por motivos personales, esta vez, el maldito coranovirus y la alarma social me han hecho pensar en que no correré este año en «la ciudad eterna». A día de hoy, desde la organización, en la cual estoy metido, no sé atreve a dar falsas noticias de que se vaya a cancelar el maratón más grande de Italia, pero desde mi humilde opinión, pienso que es inevitable la cancelación. Todo sigue adelante, pero también es cierto que no quiero «perder» más dinero. Esto, se junta que está misma mañana, me enteraba que a dos corredores les han cancelado el viaje de vuelta de Roma a Palma con un sólo motivo: el coranovirus. Eso me hace pensar, el la gran posibilidad que me pueda pasar lo mismo. Se está yendo de las manos, pero con razón.
La jefa de liebres ya me ha prometido que en caso de cancelación, volverá a contar conmigo para hacer de pacermaker el año que viene, algo que me alegra mucho, pues esto era un pelotazo que había conseguido y una puerta muy grande a maratones italianos (en octubre y noviembre iré por allí). 
Desde que mi cabeza maratoniana está echando humo buscando una alternativa, de eso ya hace una semana, he encontrado varias propuestas, una cara, otra con posibilidad de cancelación, y otra nacional. Había cogido el gustillo y carrerilla haciendo maratones europeos, y me había propuesto dejar las españolas para complementar las temporadas, pero este año, de momento empiezo en mi patria.
El destino elegido, es BADAJOZ. 28 años le respaldan como uno de los maratones más antiguos de nuestra geografía.
Por lo tanto, el próximo 22 de marzo, intentaré correr mi décimo quinto maratón por la ciudad del Guadiana.