AND THE WINNER IS…

No es lo más común ganar un maratón, pero ese Vallisoletano ha vuelto a dejar su firma en un evento deportivo con una victoria, y ya van 5, pero antes, como siempre pongo en situación de mi 16° maratón del año y 73° en total.

Los 100k del Passatore del pasado 25 de mayo, me habían dejado un poco cansado, y lo siguiente oficial que tenía en el calendario eran los 10k del Campeonato Europeo de Atletismo celebrado el pasado 9 de junio en Roma, en donde una labor impecable me dieron la confianza de marcar ritmos altos en distancias «cortas» (37’55» como pacer 38′).
Obviamente, ese evento italiano tenía una grandísima importancia para mí, por lo que hacer un maratón antes, no entraba en ningún plan. Conclusión, el primer fin de semana venía de hacer los 100k y el segundo, tenía la cita del Europeo. El mes se empezaba a quedar un poco pequeño y tenía que buscar al menos uno. Indagando en Ahotu, veo el protagonista de esta crónica: Castle Race Series. Un conjunto de eventos principalmente de triatlón, que se disputan a través de 5 localizaciones distintas con castillo. En el evento deportivo hay un sinfín de pruebas entre las cuales, el maratón. Lo primero, ver dónde se sitúa en el mapa, y después el precio teórico del fin de semana. Vecino a Manchester, pienso en mi buen amigo y compañero pacer Jason Walker, y en un milisegundo me dice que si yo voy, él va, que vive cerca y que me facilitará todo cuanto esté en su mano. Chequeo vuelos, los compro. Hago lo mismo con la inscripción. Un poco doloroso todo, pero contento por resolver mi maratón de junio.

Mi viaje es más exprés de lo normal. Salgo de Madrid el sábado por la tarde, para regresar 22 horas después; pero mi experiencia me dice que » si compensa, HAZLO», y ojo que me compensa.
Me presento en el aeropuerto de Manchester a eso de las 18:30 hora local. Me había pasado todo el viaje pensando en cómo iba a solventar este maratón. Había sido una semana complicada en muchos sentidos; entre otros, jornadas laborales de 12 horas en Córdoba, con un calor al que no estoy acostumbrado, y toda la semana mal-comiendo, algo que cuido bastante. Lo tenía claro: correr y disfrutar, disfrutar y correr.

Jason me esperaba en el aeropuerto. Nos vamos a Burnley, al norte de Manchester y damos un buen paseo. Mi reloj dice que contando la activación que hice de 5 kilómetros por la mañana, llevo andados un total de 24000 pasos, algo que sinceramente no es muy compatible con lo que había ido a hacer el domingo, pero que lo maravilloso del paisaje y la buena compañía lo perdona todo.

El día Ch ha llegado. Madrugamos a poco antes de las 6 am, ya que tenemos casi una hora y media de viaje en coche hasta el Castillo a unos 15 kilómetros de Chester. Aún no hay mucho ambiente cuando llegamos pero poco a poco se va llenando la enorme explanada de coches. Recogemos nuestros dorsales y hacemos tiempo mientras tomamos un café en las foodtrucs que están colocadas estratégicamente para toda la jornada. 10 minutos antes del pistoletazo de salida, nos reúnen para darnos un pequeño briefing a los corredores del maratón. No somos más de 50 los aventurados que recorreremos poco más de 42 kilómetros a lo largo de un bucle de 6 vueltas. Nos explican qué señales seguir, dónde están los puntos de control y los avituallamientos, y nos avisan de las irregularidades de algunos tramos del circuito.

9:15. Cuenta atrás y yo, que estaba en primera línea salgo sin mirar atrás. Un corredor se pone a la par, y rápidamente toma el control. El ritmo es de 3’50/km constante durante el primer kilómetro, que a priori es la parte más sencilla por un camino de tierra dura. Curva de 90º a la izquierda y comienza el cross del día. 800 metros de campo a través, para seguir por una pequeña zona de asfalto. Es el segundo kilómetro, y este corredor empieza a respirar bastante fuerte. Sólo veo dos posibles opciones: la primera, y menos usual, es que respira así al correr, y la segunda, que va por encima de su ritmo y lo que no quiere es que lo adelante, pues no me separo ni siquiera dos metros de sus talones. Pk 3 y giramos a la derecha para seguir por una recta de un kilómetro y hacer un giro de 180º en el cual, los dos nos desviamos por la falta de indicaciones de los voluntarios. Aviso al chico y retrocedemos yendo por el sitio adecuado, pero ahora voy en cabeza. Estamos en un falso llano hacia abajo, y aprieto un poco para despegarme de él y ver como responde, pero no miro hacia atrás. No me interesa en este momento. Sigo por la larga recta para llegar a la parte de desnivel con la subida y rodeo al Castillo de Cholmondeley. Unas cuestas del 8%, un poco pedregosas, con marcas del agua cuando baja por las lluvias, ramas invadiendo el camino, hacen un poco más complicada la subida. Las vistas son maravillosas, y pienso en volver a pasar una y otra vez por allí. En ese momento no me importa. Tras una pequeña ida y venida, completo la primera vuelta. En ese momento, y en el avituallamiento dos voluntarios te ofrecen agua por un lado, y por el otro te dan una pulsera que has de ponerte en la muñeca. El fin de esta pulsera amarilla es contabilizar las vueltas. La recojo, me la pongo y sigo con la misma sonrisa con la empecé a pensar en la victoria (kilómetro 2).

Lógicamente las siguientes 5 vueltas serían un calco en cuanto al recorrido, pero no en cuanto a la gestión de carrera. Habíamos empezado con 19ºC y un 90% de humedad, y poco a poco, con los rayos de sol iba entrando en un calor un poco insoportable. Pastillas de sal cada 40′ exactos y agua en cada avituallamiento. Al segundo paso de la recta que me lleva al giro de 180º, tomo como referencia una señal y contabilizo los segundos que saco a mi perseguidor. En la primera vuelta me despegué de él, en ésta le sacaba dos minuto y medio, en la tercera casi tres, lo que me da mucho que pensar. Si no tengo una caída, la carrera iba a ser mía, porque mucho tendría que cambiar el ritmo del segundo. El paso de la primera media maratón, pese al tipo de terreno había sido de 1h23’50» y pensando en que la victoria estaba casi segura decidí gastar lo menos posible. Bajar ritmo en las subidas, dejarme caer en las bajadas, y correr en pulsaciones en torno a 140, cuando normalmente siempre estoy en 175. Este cambio fue perfecto, que acompañado con la ingesta de un par de geles en los kilómetros 27 y 36 me dieron un toda la energía para acabar absolutamente entero.

Manos en alto, con el speaker nombrándome, cruzo la línea de meta, pero no como otras veces, sino «rompiendo» la banda que te distingue cuando nadie ha corrido como lo has hecho tú en una hermosa mañana inglesa. Tiempo oficial 2h53’59», sacando casi 17 minutos de ventaja al segundo clasificado, lo que da a entender no el nivel, sino lo complicado del recorrido rompepiernas, que entre otras cosas sumaron algo más de 400m de desnivel positivo acumulado.

Me cuelgan la medalla, abrazo a Jason como nunca me habría imaginado que lo haría, sonrió, me emociono y disfruto del momento; de mi momento. Con una espera demasiado larga, subo al podium, me hacen entrega de los premios y directo al aeropuerto con todo el recado hecho y bien hecho.

Jason Walker, mil gracias por todas las facilidades, por tu compañía, por tu hospitalidad, y sobre todo por tu amistad, gracias a lo que desde casa han estado pendientes, como siempre. Mención especial a Absotec como patrocinador principal (sigo en búsqueda activa) que en este evento hemos estado de estreno de una nueva y preciosa equipación, y a LevelUpSuplementación por la gestión de suplementación en carrera y fuera de ella.

Próximo evento maratoniano: MARATÓN EN PISTA EN JAÉN 07.07.2024

SALUD & KMS