Estas crónicas, me han hecho entender que es mejor trasmitir con las emociones recientes que esperar a que se relajen; para bien y para menos bien. Por ello, escribiré la vivencia manchega antes de hacerlo sobre las del maratón de San Sebastián, Campeonato Nacional Sueco de 100k y Maratón de Pisa.
Hace ya unos meses, que puse mi «ojo avizor» en Almagro (Ciudad Real), población famosa por sus berenjenas, queso en aceite y su plaza mayor y Teatro (el más importante del mundo en su especialidad).
El formato es sencillo: familiar y cercano, ideado para juntar a un buen puñado de amigos, coleccionistas de maratones y amantes de la distancia reina. 14 vueltas a un circuito de poco menos de tres mil metros nos iban a hacer ganar otra medalla más para nuestros santuarios, a las afueras de la villa, por un camino bien asfaltado.
Efectivamente, «mi puñado de amigos maratonianos», cada vez más grande, nos veríamos las caras y las piernas en la calle de la Música a eso de las 8:30 del «Día A», para la recogida de dorsales. Unos maravillosos menos 4 grados nos daban los buenos días. Saludo a los paisanos pucelanos, a los madrileños, a los alicantinos, asturianos y catalanes, y por supuesto, a los nuevos.
Aquí, haré un inciso muy importante:
El pasado 10 de diciembre, en el campeonato nacional sueco de 100k, del que ya hablaré, tuve una pequeña lesión que arrastré durante un mes. El tibial izquierdo me impedía hacer las cosas como hasta entonces. Además, el 30 de diciembre, me contagié de Covid durante 12 largos días, por lo que durante 11 días no pude entrenar carrera, aunque me mantuve muy activo desde casa.
Sin kilómetros acumulados, (36 hasta el 13 de enero de los que debería llevar unos 110), me presento en la primera cita del año. Respeto y miedo me invaden, pero la motivación no me falta. Nunca me falta. Nunca dejo que me falte.
Intuyo que haré una buena carrera, aunque quiero ser conservador. No deja de ser un evento familiar y apriori los tiempos serán accesibles como para estar arriba en la clasificación.
Está vez, tengo la grandísima motivación de Ángel y María, paisanos míos, muy queridos que no dejarán de animarme en ninguno de las 14 veces que pasó por línea de meta. Millones de gracias por esos ánimos. No puedo olvidar la fuerza que toda mi gente me ha mandado desde casa. Esta vez, os juro que me ha llegado y me ha impulsado.
La salida puntual, y no sin antes hacer un homenaje a nuestro querido compañero «el sombrilla» fallecido recientemente. Desde el primer metro me pongo en cabeza y corro como si me persiguiera alguien. Lo hacían. Empiezo a parar parciales más rápido de lo que debiera, pero voy muy cómodo. Los 10k los marcó a un ritmo de 3’37/km, y la media maratón a ritmo de 3’38/km.