EL MARATÓN DEL CAOS !!!
Siento ser crítico en esta crónica pero así lo he vivido yo. Punto de vista propio de lo que he experimentado en cuerpo y alma en el maratón de Valencia 2024.
Ser el pacer más rápido en el mejor maratón de España es algo que me he ganado con el paso de los años. Eva me hace un hueco y eso es un lujo. ¿Cuántos pacers querrían? En lo que a mí respecta, tras dos años consecutivos siendo «práctico» como en tierras valencianas nos llaman, volver allí a hacer el «trabajo» más bonito del mundo es ley.
Creo que no es necesario recordar lo que el 29 de octubre pasó en la Comunidad Valenciana, pero es inevitable hacer unos pequeños comentarios. La Dana azotó de manera cruel pueblos y comarcas al paso del Turia, llevándose consigo cientos de vidas y el evento prendía de un hilo hasta dos semanas después….¿o no? Realmente alguien pensó, que teniendo en cuenta que Valencia ciudad no se vio casi afectada por los torrentes de agua se iba a cancelar?! Yo sinceramente no. El impacto económico que representa el Maratón de Valencia, ayudaría a restablecer antes, la normalidad material, o quizá no ?! Con datos en la mano, hablo de 32 millones de euros. Ese impacto del que hablo siempre se lo llevan los mismos. En fin, repito que es una opinión propia y con el lema «Valencia corre por Valencia» tengo mis dudas…
Mi viaje a Valencia comienza el sábado, después de una semana un poco alterada en cuanto al trabajo y entrenamientos. Venía de correr en Florencia el domingo anterior, marcando un entrenamiento de alta calidad con 26k a 4’05/km y 16 a 3’50/km; un cambio de ritmo en tierras italianas que me permitieron parar el crono en 2h49’30». Con un poco de fatiga en las piernas que fue desapareciendo conforme discurría la semana a base de entrenamientos en la cinta de correr y descansos activos subido al rodillo bkool, todo apuntaba a que una vez más estaría preparado para enfrentarme por cuarta semana consecutiva a la distancia reina sin problemas.
Un AVE Valladolid – Valencia me pone en la segunda a las 10:20 de la mañana, tras hacer el check-in en el hotel, me dirijo a la Expo. Primer caos: el metro, tras lo sucedido un mes atrás está inoperativo, y las dos únicas opciones de llegar a la Expo, situada a las afueras de la ciudad en Feria de Valencia son autobús o taxi. Todo colapsado, la espera es de casi una hora para prender el bus. Todos vamos al mismo sitio (a la misma hora). Este pequeño contratiempo hacen que lleguemos (Saioa y yo) a la zona de la Feria sobre las 12:15 de la mañana; la peor hora de todo el fin de semana la cual nos topa con, juro, que la fila más larga que he visto en mi vida, la cual nos hace estar en ella hasta la entrada al recinto exactamente 2 horas y cuarto. La rabia y el agobio hacen mella en lo que iba a ser una bonita mañana y tarde explayándome entre corredores además de pasar un rato trabajando en el stand de Roma como en años anteriores. Nada de esto pasó. Mi enfado con la vida hacen que recoja mi dorsal, el kit de pacer y dé un par de vueltas sin apenas prestar atención con lo que hay. Igualmente, en mi opinión, muy tristona, sin animación, pocas ofertas maratonianas. Una vez acabada mi peregrinación, y más descontento que otros años, salgo y voy directamente a la «paella party» afuera en la calle.
Tarde de turismo, pero con un cansancio agravado, me voy a descansar a una hora temprana.
El día V ha llegado. El despertador suena temprano ya que tengo en torno a 45 minutos a pie hasta la zona de salida, pero como hay autobuses que nos remontan hasta la Ciudad de las Artes y las Ciencias tomo uno. Lo siguiente, a día de hoy no me lo puedo creer, pues paso exactamente lo siguiente. El bus está colocado en la calle perpendicular de donde he dormido. Subo y esperamos en torno a 20 minutos hasta que comienza a circular. De repente, según vamos en marcha, la puerta trasera se abre, y el conductor para. Revisa y con una llamada, cierra la puerta con la acción de emergencia. Tras 10 minutos continuamos, y se vuelve a abrir. Otra parada y con el autobús repleto de corredores nerviosos, el conductor decide retomar la marcha con la puerta abierta de par en par. Llegamos a la zona en donde nos tiene que parar, pero por alguna razón que desconozco, y de verdad que me gastaría saber, sigue la conducción y nos lleva hasta el puerto marítimo, a 7 kilómetros de distancia. Da la vuelta y tras 1 hora y 20 minutos desde que montamos, nos bajamos (muchos en marcha). Llego tarde. Muy tarde. A mi que me gusta llegar con tiempo a la zona de salida, esta vez el estrés brilla. Tengo que dejar mis cosas en nuestro depósito de bolsas, dar la suya a mi compañero de baile Marc, y mis rituales previos a los maratones, pero no. No va a poder ser. Me despido de Saioa, saludo a no sé los corredores que me paran por el camino, y lamentablemente, bastante arisco con todo el mundo me voy hacia mi cajón: el rosa. Ya más tranquilo, saludo y me hago fotos con quienes me las piden. El ambiente es mágico. Ahora sí: MARATON DE VALENCIA !!
Los tres primeros cajones se disponen a salir, pero no sin antes guardar un cautivador minuto de silencio por lo ocurrido. Después el himno de España y el Valenciano; y para rematar, la obligatoria canción de Nino Bravo, «Libre», al comienzo de la carrera.
Me coloco en primera fila del lado derecho del puente, como me había indicado la coordinadora. Marc al otro. Pistoletazo de salida a la hora exacta (esta vez sin fallos como el año pasado). La salida es brutal, el sonido de las miles de zapatillas al unísono es música para nuestro oídos. Miro hacia la izquierda y veo a Marc. En paralelo vamos bajando el puente hasta encontrarnos a casi un kilómetro. Yo, como de costumbre en las salidas tan multitudinarias, extiendo un poco los brazos para que no se me crucen. De momento todo entra dentro de la normalidad, hasta que los dos lados independientes que habían cuando salimos 4 minutos antes, nos juntamos en uno sólo. El caos es terrible. Corredores cruzándose de un lado a otro. Adelantamientos sin sentido que provocan frenazos en seco. Patadas, puñetazos y codazos a mis 360º. No me lo puedo creer. Lo triste de todo esto es que durante gran parte de la carrera seguí viéndolo.
Con este panorama, lo único que me importa es no caerme, sólo miro el reloj en cada auto-lap, y es absolutamente perfecto, estoy con un contrato fijo de 4’/km. El grupo sabe quiénes les están guiando, y no nos quieren perder. Una cosas es perder de vista, y otra muy diferente es que todos quieran estar pegados a Marc y a mí. En seguida me doy cuenta de que eso no va a cambiar, y rápidamente me pongo al lateral derecho para guiar desde allí. Un número preocupante de kamikazes siguen con las suyas, y antes del quinto kilómetro me pongo más serio que nunca. Nadie, absolutamente nadie se me va a cruzar, poniendo en peligro mi integridad y la del grupo. Antes lo digo, y antes ocurre: primera caída, y con ella al menos 5 corredores. Comienzo a poner orden más riguroso, y mi mano derecha golpea bruscamente la cadera de quien pretende hacer un mal gesto. Todo esto se agrava en las curvas, en las que incomprensiblemente todo el grupo recorta en forma de achicán. Tanto Marc como yo gritamos que unas curvas perdemos pero otras ganamos, pero ni caso. Otra caída.
No sé qué ni como hacerlo cuando llega el primer avituallamiento, el embotellamiento a nuestro ritmo es peligroso, pero pese a nuestras indicaciones de que los puestos son de 100 metros, muchos quieren coger su líquido en las primeras mesas.
Los parciales siguen siendo absolutamente perfectos, pero me siento inútil. No hay respeto, no hay educación y no estoy disfrutando nada del maratón. Aunque el recorrido es el mismo que el de anteriores ediciones, no despego la mirada del suelo y de los corredores que tengo al lado.
La animación, eso sí, es brutal. No como otras veces pero la gente te empuja. La falta de batucadas se echan de menos. Los espectadores quieren ver a los suyos y se cierran en las calles, y yo, que sigo en mi zona derecha, me ocupo de abrir hueco para la marabunta que viene con el único objetivo de bajar de las 2h50. No creo que me equivoque si digo que éramos más de 500 corredores en el grupo.
Paso de la media maratón en una casi perfección de 1h24’40» y comienzan los falsos llanos del evento. Valencia no es llana. Yo que siempre había dicho que sí, éste año, quizá por el agobio, me he dado cuenta que no lo es. La segunda parte pica hacia arriba y eso se nota. Nadie quiere perder nuestras estelas. Le comento a Marc que me voy a dejar caer para ver el grupo. Paro 5 segundos y retomo, metiéndome en el medio a unos 30 metros del barcelonés. Ahora sí que lo veo mal. De nuevo, vuelvo a experimentar codazos por doquier. El agobio es preocupante y rápidamente vuelvo a mi lugar de antes. Veo un gesto en la cara de Marc que no me gusta y le pregunto que qué tal está. Quiero imaginar que era la situación incontrolada, pero lo peor está por llegar.
Pasamos el punto de control de kilómetro 25 y pocos metros después busco a Marc. No está. En un primer momento pienso que ha pinchado, pero me comentan que lo han tirado. Si hasta ahora, los primeros 25 kilómetros habían sido de pura ansiedad, saber que Marc se había retirado por un (o más) «corredor» insensato que lo había tirado al suelo en una curva, me iba a poner de bastante mal humor.
Toda la responsabilidad del grupo esta en mis piernas, pero sinceramente no me apetece. Soy un tipo que tiene unos principios maratonianos claros, y por ello cumplí kilómetro a kilómetro. Ningún corredor tiene la culpa de que hayan alguno que no sepa las «normas no escritas» en un maratón.
Necesito resetear. Las muestras de afecto de quienes tengo al lado, los ánimos de los espectadores y también las vociferaciones en forma de saludo de muchos amigos y amigas que me ven a mi paso, hacen que comience a disfrutar. Nos llegamos por el 30, y comienza lo bueno. El calor aprieta, y la humedad ronda el 92%. La fatiga muscular se acentúa a partir de ahora. El grupo empieza a abrirse un poco y ya no hay tantos kamikazes. Fortuna la nuestra !!!
Entre tanto, sigue el auto-lap pitando a unos precisos 4’/km. Vamos en tiempo. Adelantamos a los que han errado en los primeros kilómetros. La confianza es plena. A lo lejos reconozco una zancada, y me adelanto a saludar a Verdeliss, con quien comparto un par de kilómetros para invitarla a despegarse de mí.
Los laterales de la avenida, repletas de gente animan sin descanso, y nos adentramos a la parte final de la mañana. A lo lejos vemos el complejo de la meta e invito a quienes estén más fuertes a adelantarme cuando estamos por el pk36. Llegamos al 40 y todo es magia. Me adelantan por los dos lados y eso me encanta. Tanto esfuerzo por no irnos al suelo se va a ver recompensado. Pisamos la alfombra azul, me dejo caer un poco para meter a los máximos corredores posibles. Miro mi reloj y a falta de 400 metros comienza el espectáculo. Una de las mejores metas de maratón que hay en el mundo me dan el reconocimiento de mi labor parando el crono oficial en 2h50’04» tras un pequeño arreón final.
Agradecimientos, abrazos, saludos y una emoción sinigual en la meta de todos y cada uno de los que reconocieron mi labor de este 1 de diciembre. Mención especial a mi amigo Kata que quiso compartir todas y cada una de mis pisadas, y a otros tantos como Jan y Xavier.
Algunos datos de Valencia:
Paso teórico y paso real de:
- 5k 20:08 – 20:02
- 10k 40:17 – 40:01
- 15k 1:01:26 – 1:01:09
- 21,1k 1:25:00 – 1:24:40
- 25k 1:40:43 – 1:40:30
- 30k 2:00:52 – 2:00:36
- 40k 2:41:12 – 2:41:17
- 28º maratón del año.
- 85º maratón en total
- 47º maratón como pacer
- Puesto 2857º de 28890
Reitero y digo que esto es lo que he vivido este año en este evento. Respecto a años anteriores creo que se le han escapado varios detalles importantes como por ejemplo multiplicar el trasporte público ya que el metro estaba inoperativo. Me parece «de risa» que el evento destine 3€ del precio de la inscripción por cada finisher, porque para ser sinceros….qué hace Valencia con poco menos de 90000€ con todo lo perdido ?! Cuánto cuesta hacer una medalla conmemorativa por lo ocurrido con el lema del evento ?! Ya contesto yo: 1’18€ la pieza. El caos del que he estado hablado durante toda la crónica afea, y mucho, mi experiencia de Valencia 2024, pero cierto es que pagan justos por pecadores. En torno a 20 «corredores» han entorpecido mi grupo provocando pánico en carrera, pero no puedo decir lo mismo de los demás. Cautelosos, y buenos participantes de principio a fin. Gracias a todos los vuestro bien estar, y gracias por confiar en mí. Enhorabuena a todos, especialmente a Saioa por su PB !!!!
Como dato importante para todos los que tenéis curiosidad de lo que cobro por estos trabajos exigentes de pacer, en este maratón de Valencia como el los otros 46 llevando el ritmo, me he embolsado un total de CERO euros, haciéndome una vez más cargo de todos los gastos de desplazamiento y alojamiento. La guerra perdida continúa !!!
EL MARATÓN DEL CAOS !!!
Próximo evento Maratón de Reggio Emilia el 8 de diciembre.
SALUD & KMS