Un fin de semana en Guadalupe nos invitó en elegir dónde correríamos nuestro tercer maratón juntos. Lino y yo buscábamos nuestra distancia preferida para compartir un fin de semana maratoniano entre maratonianos. Las tres opciones viables eran Cuidad Real, Venecia y Zaragoza. Casi ni lo pensamos. La ciudad maña sería la causante de un nuevo encuentro de amigos y una nueva experiencia de la distancia reina.
35 días después de correr el maratón de Roma como pacermaker 3h, llegaría el día Z, con el miedo del Cierzo, y con más dudas de la cuenta, pero un exigente y descontrolado entrenamiento pondrían las cosas en su sitio. Digo descontrolado, porque en esos días hice 2 medias maratones; la primera, Valladolid con marca personal 1h14’26» y Cantalejo el domingo siguiente con 1h14’39». Además de esto, lo cuadré de tal modo para hacer una sola tirada larga de 30k a sólo 7 días del evento principal. Un suicidio.
Se acercaba el día, y no iba muy convencido de estar a la altura de los 42,195km, pero al menos lo iba a intentar.
Viaje, el sábado por la mañana, directos a la feria de corredor. Feria de corredor, por llamarlo de alguna manera, porque es tan triste que casi tiene un fotocool pequeñín para inmortalizar la típica foto con el dorsal. Rápidamente al hotel, y a comer, descansar y turismo.
El hotel está a 50 metros de la Plaza del Pilar, así que ubicación inmejorable para la causa. Cuanto más se acerca la hora, más nervios, y eso se refleja en el descanso de la noche. Nulo. A las 6:30 suena la alarma, y bajo a desayunar a una cafetería aledaña. De nuevo al hotel a por el hábito, y me acerco a respirar el buen ambiente que ya hay a las ocho de la mañana
Me pongo en línea de salida en cuanto abren el cajón (soy el primero en entrar). Tendré prisa?! (sí). Minutos de concentración y de calentamiento estático, y concentración absoluta. Tanto cerrar los ojos, los 5 grados que había y la falta de costumbre de llevar lentillas, hacen que ambas dos salten de mis ojos. Poco voy a ver, pienso. El speaker hace la cuenta atrás y empiezo a correr. Desde el primer momento salgo en cabeza de carrera, delante de mí, dos corredores se van alejando a cada metro. Es Puyuelo, conocido por haber sido el ganador en la edición 2019. Me quedo sólo a partir de kilómetro 2, y una bicicleta me acompaña todo el camino. Llevo un ritmo muy alegre de 3’30, y no aflojo en ningún momento. Paso el 10k en 34’50» y de repente, el chico de la bici se va. Cuando me doy cuenta, tengo otra bicicleta detrás. Me pregunto que qué pasa, y no doy con la respuesta. Pregunto al biker y me dice que voy segundo ya que de los dos corredores que iban delante, uno era la liebre del otro. VOY SEGUNDO!!! Paso la media maratón en un tiempo oficial de 1h15’30», lo que me hace pensar que voy a romper no tardando mucho, pero en ese momento, la moto que está trasmitiendo en directo en Televisión Aragón, se pone delante mío a grabarme sin pausa. No me puedo venir abajo, de hecho, empiezo a «chupar cámara», sé que medio Aragón me está viendo por la tele, las calles están repletas de lugareños que se dejan las manos aplaudiendo y la voz animándome, y eso hace apretar los dientes más que nunca.
Llegamos a la parte más fea y dura del recorrido: el parque grande, donde con ayuda de cintas, balizan entre árboles un zigzagueo incomprensible, lo que hace que me lleve hasta 3 veces estas bandas ya que no las veo. Pido ayuda a chico de la bici, que sigue conmigo para que me cante un poco las curvas, ya que empiezo a desesperarme. Bebo en cada avituallamiento alternando agua e isotinico, como siempre, pero la inexperiencia de los voluntarios, hacen que dos de ellos me los salte sin hidratarme. Como acostumbro a hacer en todas mis carreras, sean de la distancia que sean, guardo la botella hasta tirarla a una papelera. Decenas de felicitaciones por ello recibo de quienes me veían el detalle. Eso aún hace venirme más arriba. Una vez dejado el serpenteo anterior, empiezo a oler el segundo puesto. Al tercero me dicen que lo saco al menos 4 minutos, y en ese momento, rompo a llorar. Llorar corriendo no es fácil, y la respiración puede ser un verdadero problema de controlar. Aún así, sigo entre sollozos, con la mayor de las alegrías que podía tener. La multitud de gente que se agolpan en la última curva antes de llegar a meta es incalculable para mí, alzó los brazos, aplaudo, tiro besos, animo a que animen, gritan, aplauden, felicitan…oigo al speaker decir «en segunda posición el señor Gutiérrez». No me lo puedo creer. Miro el video marcador de la meta y lo comparo con el tiempo de mi reloj. Sí, es verdad, he corrido el maratón de Zaragoza (con sus interminables subidas del pk25 al pk36, con sus zigzag, con sus no sé cuántos giros de 180 grados) en 2h32’50». 7 minutos menos de mi anterior marca personal conseguida en el maratón de Berlín en 2019. Tiempo que a decir verdad no sólo por mí, ya se van alejando de los de un corredor aficionado amateur.
La en la zona de meta, me busca un periodista, para entrar en directo en la televisión. No sé ni qué dije, la verdad. La emoción me impide recordarlo.
Entrega de premios y a digerir lo conseguido, que ni es poco, ni es fácil.
Recorrido complicado, falsos llanos, muchísimos giros y una subida interminable. Pero el resultado puede con todo eso.
Miles y miles de gracias por las felicitaciones a todos los que han dedicado su tiempo a escribir o/y llamar. Muchas gracias por compartir conmigo este buen momento de forma que tengo, de que estéis orgullosos de un alcazareño que está llegando un poco más lejos que antes. Gracias infinitas a Lino, porque si no es por él, no habría corrido en la capital aragonesa. Gracias por el guiño de mi educación corredora. Gracias y más gracias.
Próximo evento: MARATÓN DE BARCELONA el 7 de noviembre como liebre de 3h.
Salud & kms @yonkidelrunning