«EL SUEÑO QUE NUNCA SOÑÉ Y SE CUMPLIÓ»

El sueño que nunca soñé y se cumplió creo que es el título perfecto para lo vivido en Roma. Un corredor popular que hace de liebre en maratones nacionales y europeos nunca sueña con guiar en ritmo a la élite de un evento de esta clase (ni de ninguno). Si yo ya estaba en pleno éxtasis de poder marcar ritmo como liebre más rápida en el maratón más importante de Italia en 2h50, tras haberlo hecho el año pasado de 3h, la gran pregunta que me hizo la máxima responsable del ejército de marcapasos (132), un mes antes del evento, me iba a dar el mayor de los honores y responsabilidades hasta ahora recibidas: la elite mundial femenina confiaría en mis dotes como «práctico». Marcar un ritmo constante de 3’30/km durante los 25 primeros kilómetros sería el trabajo de mi vida.

El maratón de Bilbao, a quien no quiero recordad mucho, me había partido de dos el planning para conseguir llegar bien a Italia para el trabajito, pero 3 semanas de buena preparación con unas cuantas medias maratones a ritmo, series largas por encima de objetivo y unos precisos entrenamientos cruzados harían que cada vez lo viera con más claridad. Un tipo de Alcazarén (Valladolid) se codearía con las mejores atletas del mundo.

36 segundos después de acabar el maratón 

Mi maratón número 25 iba a ser aún más especial de lo que en un principio pensé, ya que decidí disfrutar de la «ciudad eterna» de la mano de mi querido amigo no sólo maratoniano, Lino, aquel que conocí en el maratón de Copenhague, y que ya hemos hecho juntos Oporto y Zaragoza. Nuestras bodas de plata estaban al caer en un evento mágico. El maratón, sobretodo tiene esto: la amistad!

Pronto emprenderemos rumbo a la ciudad de Chicago a correr juntos el que para mí será mi segundo Major, y primer maratón en América. Pero hasta octubre, todavía hay pasteles que comerse. 

Desde la organización me dicen que mi estancia y trato en Roma, será el mismo que al que les dan a las élites, y puedo asegurar que fue así. Recibimiento en el aeropuerto, traslado al hotel, (hotelazo de los buenos) y reuniones,  briefings, y presentaciones como a la élite. Cumpliendo palabra. 

El sábado, esto último, presentación por todo lo alto de todos esos morenos cabeza de cartel, y un servidor; con mucho miedo, sin hacer ruido, y pendiente de todos los detalles, que puedo asegurar y aseguro que han marcado un antes y un después en mi vida como corredor. 

Después de decir todos los nombres keniatas, etíopes impronunciables, ahí está el mio: «desde España, como pacer top runner donne, Jaime Gutiérrez Vicente». – Madre mía, Jaimito, dónde has llegado?! – , pienso. Ahí, inmóvil, permanezco al menos 20 minutos mientras los presentadores del evento hacen su trabajo. Muchos minutos de gloria sosteniendo esos dos pectorales con la bandera de la paz mientras mi mirada busca los móviles de mi gente conocida.

Una vez acabada esta parte, lo primero que hago es buscar a todos mis queridos amigos italianos, esos con los que año tras año, y evento tras evento, forjo aún más un vínculo tan afectivo y de cariño y amor por ellos. Manucci, Bonamigo, Fausta, Claudia, Bjorn, Valerio, Federica, Raquel, Francisca, Aleami, Gypse, Marc, Lisa, Germana, Alessandra, y unos cuantos más (disculpadme). La emoción es muy brava y disfruto cada segundo que estoy con ellos y cada palabra con acento castellano que intercambiamos. (mi italiano cada vez va mejor). 
Día R. 
El madrugón es considerable, ya que por primera vez, me llevan desde el hotel a la zona VIP en autobús, y hay que estar en recepción a las 6:45 de la mañana. Una vez allí, zona de concentración, donde a los y las morenas no se les oye ni respirar. El manager de una de las chicas viene hacia mi y me invita a calentar con ellas. Yo no caliento le digo. Casi me obliga y allá que voy. 
El ambiente lo respiro con tensión, a la altura de mi responsabilidad, fotos y pensamientos en blanco, miedo a fallar por primera vez en mi trabajo y más ganas que nunca de que se haga la cuenta atrás, me pongo en línea de salida y recuerdo las palabras de la organización cuando el el día antes me comentaban que una vez acabados mis 25km podía ir andando hasta el 30, y allí una moto me acercaría a la meta. Perdón?!, soy de Valladolid, de tierra de Pinares, yo acabo el maratón por mis cojones!!! Pensé de nuevo. Efectivamente, así lo hice. Suena el pistoletazo y me pongo a rodar a ritmo, Rahna se pone a mi sombra, la temperatura es alta, y mucha humedad, enseguida me doy cuenta que voy a sufrir. Los kilómetros caen, y mis tiempos de paso son perfectos. La chica marroquí me da las gracias constantemente y yo ánimo sin descanso, los 10k los pasamos en 34’58», o sea, dos segundos por encima de lo pactado. Voy bien. Los sube y bajas de Roma no hacen que me detenga y la motivación es una de mis tácticas a seguir. Los siguientes kilómetros en los que nos adentramos en El Vaticano y Plaza de Navona son mágicos, todas las calles son para nosotros, vacías de corredores, sin vasos ni esponjas por el suelo, con los voluntarios aún adormilados, que hacen un trabajo perfecto, con los viandantes aún con legañas en los ojos y con las manos frías de no haber aplaudido aún. Yo, como siempre, animo a todos a que lo hagan, y lo hacen.

Una vez hecho mi trabajo, 25km a 3’30/km (1h27’30), y habiendo cumplido a la perfección, pasando el puesto de control en 1h27’34», empieza mi maratón. Me esperan 17 kilómetros en los que tendré que sacar toda mi fuerza para afrontarlos estando bastante vacío. Mi estrategia es sencilla: correr por sensaciones. Bajo ritmo para coger fuerzas durante 3 km y mientras animo a los turistas a que animen, mientras choco la mano con todos los presentes, me vengo arriba, recorriendo varios kilómetros a ritmos de 3’18/3’20, disfrutando de la ciudad, de sus adoquines, de sus vistas, de su esencia, de todas esas caras de alegría al verme sonriendo mientras zancada a zancada voy comiendo metros hasta la ansiada línea de meta. 

Allí me espera un ejército de gladiadores vestidos para la ocasión, las calles repletas de foráneos y forasteros, de familiares y amigos de los corredores me Dan la enhorabuena con sus aplausos incansables. Yo, señalando mi bandera en la camiseta, lloro de emoción mientras se acerca la gloria. Finalmente, puesto 26 de 16000, con un tiempo oficial de 2h38’16», segunda mejor marca personal, aunque la mejor marca personal haya sido hacer de liebre de la Élite mundial femenina en Roma y haberlo hecho bien. Contentísimo por mi hazaña. Contentísimo porque los que me quieren se alegren de lo conseguido. Contentísimo porque las cosas hayan salido como quería. Contentísimo porque ese sueño que nunca soñé, se hizo realidad. 
Agradezco enormemente a Federica Romano y Andrea Giocondi por esta grandísima oportunidad de profesionalizarme por primera vez, a Lino por la compañía, a mis amigos italianos por la acogida, al ayuntamiento de Alcazarén, al ayuntamiento de Pedrajas de San Esteban con su marca Piñón de España, a la Asociación Española de Guardias Civiles, a Juan Madrigal (www.msf360.com), a mi familia y a mis amigos que desde sus casas han estado presentes en mí, dándome fuerzas.
Por lo vivido hasta ahora como corredor, por lo vivido en Roma, y sobretodo por lo que me queda por vivir, os diré que no hay nada imposible, y si no, miradme a mí. 
Por «ese sueño que nunca soñé y se cumplió» yo os digo: SALUD & KMS