Por primera vez empezaré por lo que siempre hago al final de mis crónicas: la recomendación. Absolutamente sí. Al 100% recomiendo este evento como uno de los mejores para disfrutar de la distancia reina. 41 ediciones avalan al maratón de la cuidad con el tercer puerto marítimo más grande del mundo y primero de Europa. La Cuidad de Róterdam, que fue arrasada y devastada en la segunda guerra mundial, cuenta con un apetecible recorrido por sus amplias avenidas repletas de público, y sus gigantes zonas verdes que se estrechan por momentos en varios kilómetros.
Mi viaje empezaba en Madrid el viernes con primera parada en el aeropuerto belga de Zaventem, y acto seguido subía en un tren hasta la segunda ciudad más importante de Países Bajos. Un trayecto de una hora y media, que hacía muy cómoda la llegada a Rot, ya que el tren fue directo hastala estación central. Ésta, da la bienvenida a los corredores, mostrando en las gigantescas pantallas, vídeos de ediciones anteriores del maratón. El ambiente se respira desde el primer minuto. Mi hotel está a 10 minutos de la estación, el tiempo es soleado a 4 grados, no hay aire y mi sonrisa permanente dan a entender que estoy maravillado con lo que veo. Hago check in y me pongo el hábito para probar el terreno. Acto seguido, comida y turismo.
Como de costumbre, llevo la lección aprendida de qué ver en 2 días, y empiezo fuerte, visitando la feria de corredor y todos los monumentos clave. La primera, indica ya que los tiempos de covid van hacia abajo, grandes stands con patrocinadores, y alguno que otro con carreras futuras. No recojo mi dorsal, porque me lo darán el mismo día de la carrera en el briefing del magestuoso hotel NN. Sigo con turismo hasta empaparme de la cultura de la ciudad que fue catalogada en 2016 como la mejor ciudad del mundo para visitar. Estoy de acuerdo con ello.
El sábado por la tarde, quedo con mis maravillosos amigos italianos en su hotel de concentración, y allí, con alegrías, risas, conversaciones, entrevistas y demás buenas vibraciones vamos a cenar juntos.
El día R ya está aquí. A las 8 tenemos reunión para la entrega de dorsales, mochilas, briefing y preparativos. Nos citan en un hotel de lujo a escasos metros de la meta, con una pulsera que te Dan el privilegio de una post-meta de 11.
Conozco a mis compañeros de ritmo a marcar y David me pone las cosas fáciles. «David, if you speak slowly, I will understand you perfectly!!» Le digo.
El momento de la foto oficial es mágico, así como el paseillo hasta nuestro cajón de salida. Las miradas típicas hacia las liebres de 3h son de nuevo conmovedoras y de alta responsabilidad. La noche anterior descansé bien, y con todo el respeto del mundo, mi labor, aunque exigente para muchos, a mi me resulta «un paseo» por lo que los nervios ni siquiera aparecieron.
Comienza la fiesta a la hora indicada, las 10 de la mañana han llegado y el ambiente es inigualable. Miles de corredores (13000) y otros tantos miles de público, invaden las calles del centro de la ciudad. A pocos metros de la línea de salida nos topamos con uno de los símbolos de la cuidad, el puente Erasmus, que deja boquiabierto a cualquier persona. El ritmo del primer kilómetro es algo más lento del ritmo carrera por la gran afluencia de corredores, pero se compensa con el segundo, a partir de ahí, paso constante hasta pasar la media maratón en 1h29’21». Todo sobre lo estipulado.
Hago un apunte diciendo que Holanda es la cuna del techno, allí nació, y eso se nota. A lo largo de todo el recorrido, hay bafles a todo trapo con un hardcore que te hace venirte muy arriba. Los vecinos sacan a sus jardines los amplificadores y los bombos te retumba todos los huesos del cuerpo. Increíble.
A la sombra hace bastante frío, y al sol, te quemas; a todo esto le sumamos la gran humedad en el ambiente, que no desestabilizan en ningún momento mi trabajo. Avituallamientos a un lado de la dirección hacen que hayan bastantes atascos, pero yo, como siempre cojo 8 o 10 vasos de líquido para repartirlos a los corredores que no han llegado a ello. Mi voz, ya en el paso de la media maratón, empieza a hacer quiebros. Sí, mi voz. Como de costumbre, mis alentadores ánimos ayudan tanto a los corredores como al público. Creo que más de uno me llamó loco!!
Ya por el kilómetro 24, volvemos a pasar por el emblemático puente antes nombrado y nos dirigimos hacia el norte de la ciudad para así rodear el lago Kralingse Plas. El esfuerzo empieza a verse reflejado en las caras de los corredores, pero ahí estoy yo, para leer su nombre en el pectoral y dar ánimos a cada uno de ellos. Echando cuentas al alza, calculo que al menos 150 corredores son los que llevamos hacia la gloria. No me equivoqué demasiado. Los últimos kilómetros se hacen duros, la temperatura ha subido bastante y los puntos de hidratación parece que son escasos, pero con ayuda de las esponjas, arremetemos el calor corporal.
Las miles de personas que nos arropan en la última parte del recorrido es absolutamente brutal, como si de una etapa de el tour de Francia se tratara, ellos te empujan, ellos te llevan en volandas hasta que el arco de meta se ve a o lejos. Finalmente, cojo la mano de David, y entramos con los brazos en alto, sonriendo, con la felicidad de haber hecho un trabajo perfectos, y de esta manera haber hecho felices a muchos maratonianos. Eso es ser pacer.
Tiempo oficial: 2h59’07»
Mi número 26 en mi haber ya está conmigo, y vuelvo a recalcar, que ha sido mágica. Un evento de principio a fin con una organización de diez; por encima de lo que habría imaginado.
Tengo que agradecer y agradezco de todo corazón el haber hecho posible este fin de semana tan espectacular a Fede que sin ella no habría sido posible. A Daan y Ramiro por haber confiado en un tipo vallisoletano a completar los 42’195km que separan los nervios de la gloria en tantos corredores, por supuesto también al trato recibido en todos los aspectos. Mil gracias. A todos mis amigos italianos con quien he tenido el placer de pasar unas horas de nuevo. Os quiero muchísimo. A Carlos por su ayuda para ir a Holanda. A los patrocinadores por sus aportaciones (Juan madrigal www.msf360, AEGC, Piñón de España y al ayuntamiento de Alcazarén).