MIAMI ME LO CONFIRMÓ !!!

Tras haber corrido en Miami en 2023, volver estaba entre mis planes, pero no a corto plazo. Mi buena amiga neoyorkina Julia me preguntó unos meses atrás por mi calendario, e intercambiamos información sobre éste. Con el coordinador de pacers, Jim, ya había hablado también, y me querían de vuelta tras haber rozado la perfección en la edición anterior con un 2:59:59. Eché un vistazo al precio de los vuelos y empecé a hilar temas. Julia me dijo que si yo iba, ella también, y que no me tenía que preocupar por el alojamiento, así que como quien dice, el presupuesto de este maratón se iba a basar en los vuelos. Tanto tiempo dedico diariamente a hacer mis propias estadísticas de cuándo buscar, desde dónde, y de cuándo comprar, que me iba a ahorrar prácticamente un 45% si mi destino final de vuelta no era Madrid, haciendo escala en Madrid, aun volando directo. Con la confirmación de mi presencia, sólo había que esperar.

Mi enero había empezado fuerte, con dos maratones en 6 días – Neujharsmarathon y Crevalcolre, y el 28 de enero iba a llegar pronto. El mismo miércoles de la semana del evento, recibimos un e-mail diciendo lo siguiente: «¡La cuenta regresiva ha comenzado y estamos ansiosos por otorgarte tu propia medalla giratoria con forma de sol 2024 cuando cruces la línea de meta! Dado su diseño, nos han informado que es posible que la TSA no permita llevar las medallas en vuelos . Por lo tanto, le recomendamos que planifique con anticipación y revise su bolso con su medalla segura en el interior para evitar posibles problemas.» . Esto no me debería estresar, porque con el mero hecho de facturar mi mochila, lo solucionaría en caso de que, efectivamente no se permitieran llevar las medallas en cabina, pero como decía antes, mi destino final no era Madrid, por lo que si mi mochila la facturase, mi mochila iría a destino final y no a Madrid. Ahorrarme un pico me iba a causar más de un dolor de cabeza, a causa del diseño de la medalla, y su parecido a una «estrella ninja».

Mi viaje lo comienzo el viernes, con un vuelo directo desde Madrid. Bastante pesado, pues más de 9 horas en el último asiento del avión no es lo más cómodo. Una vez en el aeropuerto de Miami comienza el caos para pasar los controles. Dos interminables horas de cola para presentar mi pasaporte y dar las explicaciones pertinentes de qué hago allí, dónde me alojo, y cuántos días estaré. Ahora son las 18:00, y Julia me espera en la zona de llegadas junto a Arjanne y Joss, compañeros holandeses, que ya habíamos coincidido en Londres el año pasado, pero que no nos habíamos presentado. El inminente cambio de planes nos obliga a dejar la Expo para el sábado, en vez de ir directos al llegar yo, y nos vamos al apartamento que tenemos en Miami Shores. Intento hacer tiempo para combatir el jetlag durante unas horas, mientras charlamos y nos ponemos al día.

El sábado, tras una pequeña activación sobre las 7 de la mañana con Julia, por las mansiones de este barrio, nos vamos a la Expo a trabajar un poco en el stand de pacer, dando pequeñas aclaraciones a los corredores que aún tienen dudas. Dos horas en una Feria de Corredor, situada en el Palacio de Congresos de Miami Beach, acorde con el tamaño del evento. Absolutamente en mi salsa, recorriendo todos los puestos de merchandinsing , eventos y nutrición. Ahora sólo queda comer y descansar, para ir a las 18:00 a Downtown a cenar con todos los pacers y tener un pequeño briefing. Mientras cenamos, nos llega otro email de notificación diciendo que entramos en zona amarilla a causa del calor en el momento de la carrera, tema importante para nosotros, ya que si pasáramos a zona roja, nuestra labor de pacers se suspendería para evitar esfuerzos con posibles malas consecuencias. Tras esto último, nos vamos de vuelta al apartamento, el despertador sonara a una hora endemoniada.

El día M ha llegado, suena la alarma a las 3:45, para desayunar rápidamente, e ir a Downtown, aparcar el coche y presentarnos a las 5 a.m para la foto oficial de pacers. 25 grados con un 93% de humedad nos saludan cuando todavía es de noche en la ciudad. Vivir el momento previo del maratón de Miami se graba en la retina, una gran fiesta que dará comienzo a las 6 de la mañana.

Entro en mi cajón, el C. Como ya sucediera el año pasado (y supongo que en anteriores ediciones), el A es para la élite, y el B para corredores VIP. Esto a mi parecer vuelve a ser un error, ya que por pagar un extra en la inscripción, te colocas en primera línea, obstaculizando a toda la marea de corredores que vienen eufóricos en la salida.

Cantan el Himno Nacional, se crea el silencio y el respeto, todos atentos al show. La enorme bandera colgada de la escalera de un gran camión de bomberos ondea, y yo, aunque no sea mi himno, me emociono. Quizá sea envidia.

6 de la mañana y pistoletazo de salida para los dos primeros cajones. Seis minutos más tarde, los demás. Repetimos recorrido, y comenzamos con la diabólica subida del puente MacArthur Causeway. Dos millas cuesta arriba en la que los parciales no son de 4’12/km simplemente porque considero que no han de serlo, y me mantengo 10 segundos más lento para no fundir a mis acompañantes en los primeros 3 kilómetros. En ese punto, llega la emoción máxima: Álex Roca y todo su equipo están corriendo la media maratón, la supervivencia personificada, un tipo de 33 años con una discapacidad física del 76%. Me acerco a ellos con precaución y les mando mi fuerza con lágrimas en los ojos, porque señores y señoras: lo que hace él si que es impresionante, no lo mío.

Siguiendo el curso, un dejavú invade mi cabeza, seis cruceros inmensamente grandes, con las luces encendidas nos saludan desde el otro lado de la bahía; a lo lejos, Miami Beach, a donde vamos, empieza a clarear levemente. De nuevo voy a ser testigo de uno de los mejores amaneceres a los que he asistido. Ver el alba mientras corro un maratón, pero esto no es Beirut, esto es Miami.

Una vez en la isla, comienza nuestra travesía por Collins Ave, la arteria más famosa de Miami Beach, a nuestra derecha, el Atlántico, con unos tonos rosáceos que te enamoran. El grupo es grande, pero intuyo que nos vamos a quedar muy pocos. No me equivocaré en ese aspecto. Dejamos atrás la isla, para recorrer la impresionante Venetian Way, y así atravesar las famosas islas en donde se hospedan los más ricos de la zona. Empiezan a salir los primeros rayos del Sol, y ya abrasan. Somos pocos, pues los corredores de la media maratón se han desviado hacia su meta. Mi paso de las primeras 13.1 millas es de 1:29:22, y sólo quedan en mi grupo cinco corredores y yo. Situación triste, pero soy feliz. El calor nos esta azotando muchísimo. Por primera vez, hago un uso excesivo de pastillas de sal, y opto por ingerir una cada 20 minutos. La manera de sudar es preocupante. Llevaba al menos 3 meses sin haber corrido en condiciones parecidas, y someter a mi cuerpo a este cambio tan brusco, podría traerme problemas muy graves a nivel físico. Ahora toca tirar de experiencia en esto de correr maratones en solitario. Es duro. Es la soledad. Es el maratón.

Una vez en Miami Downtown de nuevo nos alejamos por Bayshores al sur de la cuidad para dar la vuelta en a la altura de Bayside Park y volver por Tigertail Ave, paralela a la primera. La fiesta está garantizada en las calles del centro, la animación es brutal; miro mi reloj, y voy en tiempo. La felicidad de un trabajo bien hecho en estas condiciones invade mi cuerpo y mente. Entro en SE1st St para dar el último giro a la izquierda y toparme con la última recta de mi maratón numero 60. Brazos en alto, con una sonrisa de oreja a oreja, cartel en alto entro en meta con un tiempo oficial de 2:59:23. Un 13º puesto absoluto en mi tercer maratón del año. Según la organización, el maratón de Miami más caluroso de la historia.

Tras la meta – son las 9 de la mañana aún, 30°C – la fiesta. Docenas de puestos de comida y cerveza, concierto en directo y sólo caras de alegría. En nuestra carpa pacers, descansamos un poco y nos avituallamos, conversamos, nos hacemos fotos y sobre todo, disfrutamos el momento. Con la medalla en el cuello, ahora es momento de pensar cómo lo voy a hacer para llevarla a casa, pero como no quiero estresarme demasiado dejo que todo fluya.

Una vez en el alojamiento , es hora de descansar. Un poco de turismo por la zona, y mucho relax. El lunes es mi día de vuelta, y ahora sí, hay que pensar el mi mayor miedo. Leo y veo comentarios en redes sociales que hay gente detenida en el aeropuerto por portar la medalla ninja, que las están requisando, y que no dejarán bajo ningún concepto subirla a la cabina del avión. Me voy al aeropuerto con tiempo para idear mi plan, que no es otro de pedir el favor a algún pasajero con destino final en Madrid para que la meta en su maleta facturada. Tras 8 intentos fracasados, finalmente, una pareja muy amable (qué voy a decir?), Rafa y Silvia, me hacen el gran favor. Os juro que rompí a llorar. No todos los corredores damos la misma importancia a la medalla. En mi caso es lo material que te recuerda un evento. Es ver cualquier medalla y un flash te devuelve los momentos vividos.

Muchas gracias a LevelUpSuplementacion por la gestión de energías y Absotec por su siempre presencia en todos y cada uno de mis viajes, y sobre todo a Julia por todo lo que ha hecho por mí estos días tan inolvidables, a Arjanne y Joss por la nueva buena amistad, a Jim por confiar en mí para marcar el ritmo más alto como liebre del maratón en la que probablemente la edición con más calor en la historia de este evento, y a cada uno de los que desde sus casas han estado pendientes de mi andadura por estas tierras. 1000 GRACIAS !!!

MIAMI: VOLVERE !!!!!!!!!!

Próximo maratón, 04.02.2024 maratón de Maga Circe (Italia)

SALUD & KMS