«Nunca digas nunca» (a ser pacer en América).

Nunca lo dije; quizá porque nunca lo pensé. Las vivencias como pacer a lo largo y ancho del mundo me están dando la oportunidad de conocer a gente con grandes pesos en este menester. En este caso, Julia, en Beirut, vino hacia mí ya que allí en Líbano (como siempre) fui la liebre más rápida, y me comentó la posibilidad de correr por algunos maratones de Estados Unidos y Centroamérica. Por allí las liebres más rápidas no son las de 3h, y está claro que dados mis buenos resultados, me invitan a que vaya a hacer un buen trabajo por esas tierras. El alto gasto que tendría que afrontar para ello (ya que SÓLAMENTE me pagan al dorsal) es inviable para mí, con todos los viajes que estoy haciendo últimamente, así que, simplemente, dejé esa información en el tintero. A las dos semanas, me escribe Julia y me ofrece ser pacer en el maratón de Panamá, pasándome el contacto de el jefe, pero de la misma manera que anteriormente, no puedo afrontar el gasto del viaje (1300€ sólo el vuelo).
Estando en el maratón de Pisa, mi querido amigo Marco Mannucci, me dice que si voy a Miami, que él va, y le contesto que si va él, voy yo. Ahora la cosa cambia. Yo ya había tenido contacto con el coordinador, y me querían allí, pero ahora no iría sólo. Mi cabeza da un giro, y empieza a echar números. Necesito un apoyo. Tras pensar quién podría querer echarme una mano a cambio de publicidad y visibilidad, «Absotec» es mi principal enfoque. Hablo con dirección y mi estado emocional explota. Es muy posible que se lleve a cabo una experiencia por tierras de Florida. Comienzo a buscar vuelos y hosteles. «Marco, ci vendiamo a Miami!!!»

Mi viaje comienza el jueves, con un vuelo directo. Allí nos presentamos el italiano y yo a las 12 de la mañana, y tras pasar los interminables controles estadounidenses nos dirigimos al hostel, en Miami Beach. Check in y paseo hasta la famosa playa para adaptarnos al jetlag. El viernes, por mi parte, visita de todo el día a Key West (Cayo Hueso), punto continental más septentrional de todo el país, a 90 millas de Cuba. El sábado, está dedicado a Expo y turismo.

En la Expo tenemos trabajo: 3 horas ayudando en nuestro stand a todos esos corredores que les surgen dudas o simplemente quieren información sobre los ritmos de paso de los Pacers, horas de salida… Es la primera vez que de forma oficial me toca hacer esta labor y me veo con mucha soltura. Estoy en mi salsa, en mi entorno, conozco el mundillo y me desenvuelvo con facilidad. Soy feliz. Tras nuestra «jornada laboral», visita, ahora sí a la Expo; grande (enorme) situada en el Centro de Congresos de Miami, en Miami Bech, con múltiples stands de promoción de otros grandes maratones, en donde por supuesto hablo con los encargados, tirando la caña (buenas noticias), cientos de metros cuadrados de merchandansing, ropa deportiva, relojes, calzado, nutrición, lo normal para albergar a 30000 corredores que al día siguiente se pondrán en línea de salida (15000 + 15000). Comida y nos movemos hasta la ciudad de Miami, para allí hacer check-in en el hotel que la organización nos pone a las liebres. Lujo máximo. Vida de rico (sin serlo) por unas horas. Cena y briefing con el coordinador y a descansar, pues a la 3:30 de la mañana sonará el despertador.

El día M ha llegado. La alarma suena a esa endemoniada hora, desayuno y bajamos al hall con los pacers para ir en grupo a la salida, situada en el estadio de baloncesto de la ciudad. Foto oficial y cada uno a su cajón. El ambiente es impresionante. Una bandera ultra grande, colgada de un camión de bomberos, ondea justo encima del arco de salida. La temperatura a las 5 de la mañana es de 25 grados, nos abofetea una humedad relativa del 86% y el viento de 30 km/h nos asusta para poder lograr nuestros objetivos. Poco a poco la gente nos vamos metiendo en los cajones de salida. El mío es el C, ya que el A es de la élite (si vuelvo a Miami Marathon, creo que estaré en él) y el B es de los corredores VIP (esos que han pagado un plus para tener varios beneficios. Ya nos avisaron la noche anterior que había que tener cuidado en la salida, ya que esos corredores del B, son más lentos que los demás y obstaculizarían el ritmo. Así fue.

Cantan el himno de Estados Unidos. Un silencio sepulcral se apodera de toda la avenida. A mí se me pone la piel de gallina, y sinceramente envidio ese momento. Pocos minutos después, a las 6:06 cuenta atrás y pistoletazo de salida. Salimos de Biscayne Blvd, giramos a los 500m a la derecha para darnos de cara con el primer puente a salvar y enfilar MacArthur Causeway, esa carretera con la que si miras a la izquierda verás dos de las islas en donde tienen sus residencias (o segundas) esa gente poderosamente adinerada; y que si miras a las derecha, te encuentras un puerto de gigantescos cruceros iluminados cuya estampa es absolutamente increíble. Entramos en Miami Beach para correr por la avenida mas famosa de todas, Ocean Dr, el sol quiere empezar a salir y la postal es inolvidable para todos. Se saltan las lagrimas de la belleza del paisaje. El ritmo sigue siendo constante. Yo calculándolo en kilómetros en los pasos de 5, 10, 15…y orientándome en cada milla con la chuleta que tengo en el cartel que llevo intacto en mi mano derecha. De momento sin problemas. El calor con los tímidos primeros rayos del sol se notan, y la hidratación hace que sea una de las partes más importantes de toda la carrera. Una vez llegamos al Campo de Golf de Miami, giramos de dos veces 180º para encarrilar Venetian Way y asi cruzar el puente que une las dos partes de la cuidad cruzando otras islas iguales de las que hablaba antes. Brutal. El problema viene en estos metros. Una vez que acaba este enorme puente, comenzamos a fascinarnos por los altos rascacielos del DownTown, y eso significa que la señal GPS de mi reloj se pierde. Pk 22 en 3’18 el minuto, y el siguiente parecido.

Mi desesperación por no perder el ritmo empieza a pasarme una muy mala jugada. Los puntos kilométricos no me coinciden (obviamente) y el ritmo que marca mi reloj no tiene ningún sentido, por lo que sólo queda hacer las cosas «a ojo». 20 kilómetros yendo a ritmo según mi experiencia, mis sensaciones; tantas veces de liebre de 3h han hecho que los 4’14/km los tenga bien aprendidos y así he de demostrar(melo). La temperatura ha aumentado, el sol abrasa, el viento no ha cesado. Somos un pequeño grupo de unos 10 corredores que se han ido cayendo por el camino, y metro tras metro nos vamos dispersando. Nos dirigimos hacia el sur de la ciudad hasta Dinner Key; sólo unas millas más para la gloria. Mis acompañantes lo están haciendo de lujo, y reconozco que desde la milla 1, he llevado al grupo más educado en mis 20 maratones como pacer. Respetuosos entre ellos, conmigo, tras mis directrices, buenísima actitud en los avituallamientos. Un verdadero placer. Nos acercamos a la meta, dos de mis chicos me preguntan que cuándo es el momento de tirar un poco, los miro la cara, y sin pensarlo, les indico que rasquen unos segundos; que las 3h las tienen aseguradas a mi lado; que pueden. Como durante toda la carrera, me hacen caso y me quedo sólo con otro chico más. Pasamos la primera avenida y ya estamos. El volumen de la música es brutal, el arco se ve a unos 100 metros después de hacer un giro abarrotado de espectadores en la primera avenida con Biscayne Bulebard, alzo los brazos haciendo aspavientos para hacer enloquecer al público. La gente responde y eso me hace muy feliz, veo el marcador y e voila, tiempo oficial 2h59’59», puesto 22 de la general, 3º de categoría. En meta me esperan con los brazos abiertos, empapados en sudor y lágrimas, me agradecen entre sollozos mi labor y eso es muy fuerte. GRACIAS POR CONFIAR EN MÍ, les digo. Poco a poco entran algunos rezagados de las 3h, que me buscan rápidamente y de igual manera me abrazan y me agradecen mi labor, y es que me comentan que gracias a mi trabajo, tienen marca acreditada y pase directo para el Maratón de Boston. SUPERBRUTAL !! Ando unos metros, y allí están, una de las partes más importantes de estos eventos: los voluntarios. Esos que con una gran sonrisa y sin parar de aplaudir y felicitar te cuelgan la medalla. Medalla que más bien es un medallón, y que en mi colección, va directamente al Top3 de las más bonitas. Ahora tocan las fotos y videos en Bay Front Park, habilitado con dj’s y cerveza para toda la gente que allí íbamos llegando. una fiesta estilo Miami de la que puedo asegurar que no te quieres marchar.

Con el éxtasis aún haciendo mella, me dirijo al hotel, y tras una ducha me voy directamente a relajarme al jacuzzi durante 3 horas mientras espero a Marco. Otro gran trabajo por su parte. De allí, check-out, turismo por DownTown y de nuevo al hostel de Miami Beach a descansar, ya que el lunes es día de excursión al Parque Nacional de las Everglades. Acabada la mañana en los manglares, comida con mis grandes amigos Verónica y Thomas, que conocí en Praga, paseo por la playa y vuelta a España.

Miami Marathon 2023, sin duda alguna, me ha marcado mucho: por una parte, ha sido la primera vez que hago de pacer en América, algo al alcance de no muchos europeos, y que afortunadamente se repetirá; y por otra, he sido capaz de llevar un ritmo controlado sin tener referencia de ritmo, acabando en el tiempo asignado, con unas condiciones climatológicas a las que no estaba acostumbrado (en Valladolid cuando salí habían -4 grados). Correr entre las características avenidas llenas de palmeras, cruzar a una y otra parte de la cuidad, el alba, y mi actuación, son las causantes de que este evento sea uno de los mejores a los que he asistido. Experiencia personal.

Hoy, más que nunca tengo que dar varios agradecimientos: Jim (y todo el Team), por confiar en un tipo español para ser por primera vez en Miami pacer de 3h (la más rápida siempre fue la de las 3h20), a Marco por estar a mi lado en esta maravillosa andadura americana, a Verónica y Thomas por su tiempo y amistad, y cómo no, a Absotec, empresa vallisoletana de Absorción Acústica por la ayuda para poder hacer realidad eso que «NUNCA DIJE, QUIZÁ PORQUE NUNCA LO PENSÉ»

Próximo evento maratoniano: PACER 2H45 MARATÓN DE MALTA 26.02.2023

SALUD & KMS

JAIME