MARATÓN DE PLATINO CON SABOR A BRONCE !!!
Maratón de Platino (N.º 75) con sabor a bronce, en esta ocasión en Turku, segunda cuidad más importante del país, a 170 kilómetros al oeste de la capital. A la pregunta de por qué Turku le doy una respuesta sencilla, que se me complicó un poco según se iba acercando la fecha:
Con los 10k de París en plenas Olimpiadas, el primer fin de semana de agosto ya estaba asignado pasara lo que pasara en el mundo. El siguiente, sería el del puente de La Virgen, y los dos siguientes, por un lado el 31 sábado correría un ultra de 100k, y el fin de semana del 24 sólo encontraba Helsinki, teniendo que correr el sábado y no disponiendo del viernes para viajar tranquilamente; por lo tanto, la mejor opción en cuanto a qué día correr sería entre el 15 y el 18, pues no trabajaba.
Buscar maratones no se me da del todo mal, a la vista está. Ya había ojeado el maratón de Turku cuando me propuse hacer (al menos) un maratón en cada mes del año, pero los billetes de avión desde Madrid eran intocables (430€ ida y vuelta). Dado que estaría entre Córdoba y Ciudad Real por esos días, comencé a buscar desde otras salidas a Finlandia, y «voilá», Málaga-Helsinki, vuelo directo 29€. Por la vuelta, unos 100€ más, y 80€ por el dorsal (inscribirse a última hora es lo que tiene).
Aunque no es muy común, este viaje lo comparto con mi hermano. Llegamos el mismo jueves a la capital finesa, turismo y noche en Helsinki.
El viernes por la tarde llegamos en tren de 2 horas a Turku. En la plaza del Comercio (la plaza mayor) se respira mucho deporte, ya que a las 20h se dan citas las pruebas de 5 y 10k. Me dispongo a recoger el dorsal en la inexistente feria de corredor, a la que llamaré «mesas de camping en las que te dan un papel», dentro de la tienda deportes Intersport, en el centro comercial de la misma plaza.
Dormir en Finlandia, por lo general es caro, pero siempre teniendo en cuenta con lo que te conformes. Las opciones más económicas siempre serán Airbnb, y en este caso, un mini apartamento a 20 minutos a pie de la salida/meta por 130€ me iba a ser más que suficiente para hacer noche en Turku. Elegí este tipo de alojamiento principalmente por la flexibilidad a la hora de hacer el check-out, ya que la carrera comenzaría a las 11:00 del sábado.
El día T ha llegado. Por primera vez en bastante tiempo, no es necesario madrugar, así que hasta las 8 no me muevo de la cama. Desayuno y me apeo tranquilamente para llegar a la plaza sobre las 10:00. Con mucha calma encima, tomo un café en una de las terrazas. La hora se va aproximando, y empiezan los nervios.
Se celebra a la vez maratón y media maratón, distinguidos por el color del dorsal. Todos revueltos nos vamos poniendo en línea de salida pero nadie quiere la primera fila. Los colores de los dorsales de las distintas disciplinas están bastante revueltos. Yo, como siempre de reojo controlo un poco a quienes están a mi alrededor. A las 11:00 exactamente, y tras una cuenta atrás en finés, se da la salida. Limpia y sin atropellos alguno sale como caballo desbocado.
Curva de 90º a la izquierda y otra a la derecha para recorrer el boulevard durante unos dos bonitos kilómetros. Unos sofocantes 20ºC con 88% de humedad nos acompañaran durante toda la carrera, aumentando hasta llegar a las 24 de mi final; esto sé que me va a pasar factura pero yo voy a lo mío. ¿qué es lo mío?, en esta ocasión, como en otras tantas salir, a buen ritmo y no mirar atrás, contando cuántos corredores tengo delante, e intentando ver o intuir cuántos de ellos están disputando la misma distancia que yo. No me voy a detener demasiado en escribir los nombres de las calles o barrios por los que pasamos porque con describir un poco lo que mis ojos veían pienso que puede ser suficiente en este caso. Una vez dejado el boulevard del que hablaba antes, y siendo un grupo de 7 corredores más otros 3 algo más avanzados, mi parcial de 5000 lo paro en 18:19 (3’40/km), ritmo muy controlado teniendo en cuenta los incesables falsos llanos del curso. Seguidos subes y bajas de unos cuantos metros que hacen que el pulso se suba y se baje constantemente sin poder hacer un control perfecto de él. Nos hemos metido de lleno en zona verde, campo y bosque, bosque y campo, con el que te das cuenta de la pureza del aire escandinavo; un aire del que no había hablado, pero que desde el comienzo, soplaba racheado a unos 18km/h al comienzo del evento. Molesto de principio a fin, nuestro grupo, que aunque no discuto de la experiencia de cada corredor, le faltaba un poco de educación a la hora de irse poniendo en cabeza para tapar el viento alternativamente. Solamente una muchacha y un servidor hacen acopio de esta tarea, que aunque no es obligatoria, a todos nos gusta ponernos de vez en cuando «a rueda».
Diez kilómetros pasan muy deprisa cuando estás entretenido, y en este caso, los paro en 37:03 (3’42/km); sigo en el mismo grupo, aunque cada vez cuesta más estar pegados los unos con los otros. Los repechos me están matando, y habiendo pasado la vista por los dorsales, sólo he visto uno de mi color. Tengo que decidir si seguir en el grupo y gastar fuerzas pero quitarme viento a ratos, o ahorrar energías pero carearme con le viento. La segunda opción es la más adecuada en ese momento ya que sé perfectamente que en algún momento tengo que bajar el ritmo. De vuelta a la cuidad, y más sólo que la Luna, coincidimos en un tramo del recorrido con los corredores de ritmos lentos, precisamente de nuevo por el boulevard. Esos ánimos me llegaban hasta adentro, muy agradecido, mi pulgar mira hacia arriba permanentemente en forma de agradecimiento. Tantos como 5 corredores me adelantan en el tramo final (el suyo), poco antes de cruzar la plaza que nos vio salir hacia exactamente 1h19’54» cuando hago una muesca en el paso de la media maratón a un ritmo medio de 3’47/km. La bajada de ritmo se había notado sustancialmente pero era necesario, principalmente porque en ese momento empezaba mi maratón número 75.
Ahora sí, estoy sólo. La soledad del maratoniano me iba a acompañar durante un buen rato más…o quizá no !!!
A cada cruce de calles hay colocado un voluntario, una organización bastante buena en este aspecto, y aún mejor en los puntos de avituallamiento. Lógicamente, a mis pasos por ellos, no tenían mucho trabajo.
Por primera vez, miro hacia atrás, estoy en el kilómetro 22 y de nuevo me muevo a orillas del río. Me doy cuenta que puedo saber mi posición, y empiezo a preguntar a los voluntarios y a algún esporádico espectador. -maybe fourth-, – maybe third- otros me decían que segundo…al final, hice caso la mayoría y casi todos me decía que tercero. Sabiendo esto, y ahora con mucha más presión, voy mirando frecuentemente hacia atrás, aunque a decir verdad empiezo a cansarme del estrés al que yo solito me estoy sometiendo. En vez de centrarme en correr, me centro en que no venga nadie detrás, y eso sólo significa una cosa: «estás jodido, Jaimito».
Aunque hago ingesta cada 30 minutos de las cápsulas de sales, y alterno agua con isotónico en los puntos de avituallamiento, mi deshidratación es preocupante, por lo que en el punto de refresco del pk26 paro a implarme de agua. No recuerdo si 6 o 7 vasos, pero recompuse líquidos y sales al 100%. Retomo zancada con el primer paso con la cabeza «a 180º» y, me ha parecido ver una bicicleta en el recorrido. Eso sólo puede significar una cosa: la primera chica está cerca. Serían unos 500 metros, quizá menos, pero ahí venía. Faltan 16 kilómetros y sé que tengo fuelle, así que quizá en primer lugar por interactuar con alguien (llevaba muchos kilómetros sólo) o quizá por tantear cómo tenía yo el panorama de ver en peligro mi posición, baje considerablemente el ritmo hasta que me cogió en en el pk28. Nos presentamos. Eeva es originaria de Turku, con una bonita zancada y la mirada fijada en mí, supongo que preguntándose por qué me había detenido a esperarla. Me presento algo más detenidamente y cómo no, le cuento sobre mi trayectoria como pacer, y me ofrezco a llevarla el ritmo hasta que acabemos. Su marca personal estaba en 2h55 y le digo que si me sigue la reventará. La quito el aire, y me pongo delate suya. Igual que digo todo esto, también le dejo pasar delante un par de veces para ver sus fuerzas, y así calcular (e intuir) que no me fuera a dar un latigazo y que mi tercer puesto peligrara. La verdad por delante.
La segunda vuelta es prácticamente un calco a la primera en cuanto a recorrido, no tanto en ritmo, claro, pero un disfrute máximo al ver y sentir que iba a hacer extremadamente feliz a Eeva, no sólo ayudando en ritmo para su victoria, sino en destrozar su mejor tiempo en maratón.
Me despido de ella en el kilómetro 40, la calle esta abarrotada de turistas que comen en la terrazas – son casi las dos de la tarde-, de acompañantes que disfrutan de una mañana finesa perfecta para estar disfrutando de un ambiente mágico. Las calles retumban hasta la misma plaza del mercado en donde cientos y cientos de corredores de la media maratón están finalizando sus carreras.
Exactamente en 2h51’31» y con un tercer puesto absoluto cruzo la línea de meta. La meta de mi 75º maratón total y mi 17º del presente año, anecdóticamente tercer pódium absoluto consecutivo tras las victorias de Cholmondeley y Jaén en los meses de junio, julio y agosto.
Muy feliz por mi resultado. Muy feliz por mi hazaña, si se puede llamar así. Muy feliz por Eeva y su marca personal y victoria en este complicado pero bellísimo maratón.
Tras colgarme la medalla, y recibir las felicitaciones oportunas de los asistentes, y agradecimientos de Eeva y su familia, me hacen entrega de los premios en un inesperado pódium, en el que además de muchos productos de los patrocinadores, me dan un sobre; juro que pensaba que eran billetes y billetes pero que al final acabó resultando ser un crucero de lujo por la zona escandinava.
Después de todo este bonito momento, me voy rápidamente al alojamiento para asearme y prender de nuevo un tren hasta Helsinki, para continuar con el fin de semana turístico/deportivo de hermanos, yendo a Suomenlinna al atardecer, y rematando el día siguiente con el puerto y el mercado.
Sabiendo quien preside el Estadio Olímpico de Helsinki desde hace años, no podía despedirme hasta el próximo año de la ciudad sin dar las gracias al susodicho: Paavo Nurmi, nacido en Turku, quien da nombre al maratón corrido en agosto 2024, y que es una leyenda del atletismo habiendo ganado 9 oros olímpicos, 3 platas olímpicas y 22 récords mundiales de la época durante los Juegos Olímpicos de Antwarpen 1920, París 1924 y Ámsterdam 1928.
Muchas gracias a todos y todas quienes desde casa estuvisteis atentos a mi carrera, a Maite con LevelUpSuplementación por la gestión de suplementación en carrera y fuera de ella, a Absotec como patrocinador principal (en búsqueda activa), y en especial a mi hermano, que éste haya sido uno de los primeros de muchos viajes que compartimos.
Próximo evento: 100k de Santander el próximo 31 de agosto a las 9:00 en el Parque de la Llamas.
SALUD & KMS