De un maratón sale otro maratón; eso es ley. Digo esto, porque en mi último evento portugués, Oporto, conocí al culpable de haber corrido mi 18° maratón, de nuevo como pacermaker 3h en la capital italiana. Mi querido amigo Manucci me vendió bien después de haber hecho un trabajo impecable en Portugal y 40 días más tarde repetirlo en la ciudad de la Toscana de Pisa, allá por noviembre y diciembre de 2019 respectivamente.
Ahora hablaré del evento. Run Rome de Maratón, se presenta como la carrera de la distancia reina más importante de «la bota». A causa de la pandemia, en 2020 se canceló lógicamente, y para este año se retraso hasta el presente mes; siendo habitual de marzo.
El formato había de cambiar para que fuera aún más apetecible, y la organización quiso, tras muchísimo trabajo, hacer el maratón de Roma al amanecer, sería una buena apuesta. Os prometo que no ha defraudado.
La feria de corredor se celebra viernes y sábado en una pista de atletismo cerca del Circo Massimo. Allí, una buena cantidad de casetas con productos deportivos nos dan la bienvenida. Organización en el óvalo de diez a la hora de recoger la bolsa de corredor y dorsal. Allí, después de 20 largos meses vuelvo a ver a Mannucci, Bonamigo y Pippo, y me desvirtualizo con la jefa de los pacers, Federicca, quien desde el primer momento me quiso en el equipo de 104 liebres. Los abrazos y muestras de cariño y afecto fueron para no olvidarlos nunca.
La presentación oficial de equipo fue espectacular, con el nombramiento de cada «team» por tiempos. Allí estaba yo, un corredor popular, de Alcazarén, pucelano, en medio de todos esos felices italianos e italianas, que sabían que al día siguiente sería una gran jornada. Después de esta bonita presentación, reunión con el director del evento para darnos una serie de pautas. Acto seguido, al hotel, y a cenar con los amigos, para recoger pronto, pues a las 4 de la mañana sonaría el despertador para estar a las 5 a los pies de El Coliseo y apurar los últimos preparativos.
Como suele estar pasando en mis últimos maratones, afortunadamente duermo y descanso la noche D, así que aunque pocas horas (como de costumbre) llegaba a la hora indicada bastante fresco. Veinte grados en plena noche, y con la humedad de esta ciudad no son los mejores aliados, pero eso no importó para disfrutar cada metro del recorrido.
La salida, en la calle aledaña a El Coliseo, es absolutamente increíble, una marea de corredores y al fondo ese precioso monumento, iluminado y con la claridad del amanecer asomando tímidamente al horizonte. Quizá el amanecer más bonito que he presenciado. Ya colocado en mi cajón, sólo queda esperar al pistoletazo. No hay pistoletazo como tal , pero sí un maravilloso silencio mientras la cuenta atrás corre en el video-marcador, mientras suena Luciano Pavarotti y su «Nessun Dorma». Qué emoción, por favor!!!!
La carrera empieza, me coloco con mis dos compañeros, que salen bastante alegres en los primeros kms. Ellos se conocen el terreno y por lo tanto, ellos mandan, así que me dedico a hacer mi labor de guía. Siendo franco, el recorrido es complicado, los falsos llanos abundan, y los adoquines (sampetrinis) inundan la ciudad, pero la belleza de la misma hace que eso no importe. El recorrido es de una sola vuelta por toda Roma, llegando a la Basílica de San Pedro en el Vaticano (no os podéis imaginar lo que es tener para «ti sólo» esa calle mientras te acercas a ese afamado e impresionante edificio. Mucho zigzag para llegar a la plaza de Popolos, monumento a Vitorio Emanuele II, y un largo etcétera, bordeando prácticamente toda la cuidad y cruzando el río Tíber en numerosas ocasiones. El ritmo de los parciales varía dado el complicado terreno antes nombrado aunque finalmente clavamos el tiempo establecido haciendo un gran trabajo y parando el crono en 2h58’39». Reconozco, sin vacile alguno, que fue una carrera fácil para mí, ya que hasta 2 semanas antes no sabíamos si los pacers iban poder hacer su trabajo dadas las restricciones sanitarias, y mis entrenamientos se basaron en la posibilidad de hacer mi propia carrera.
Entrada monumental en la zona de salida, de nuevo con el Coliseo de fondo, en el que me cuelgan una preciosa medalla, grande, con la grabación de los sampetrinis.
Mil gracias a todos los que han hecho posible este gran evento, a quienes me han dado la oportunidad, a quienes han confiado en mi, a quienes me quieren, a la compañía de mi madre, por supuesto.
Firmado: Jaime I el Conquistador.