4° general y 1° en mi categoría en la carrera con más calor en la que nunca me he enfrentado.
Marcaban unos asfixiantes 39’5°C, el mercurio en tierras vallisoletanas en el término municipal de La Pedraja de Portillo, villa colindante a mi segundo pueblo, la Aldea de San Miguel, pueblo de mi padre en el que casi casi tenía cita obligada después de no haber podido asistir a la «runera de Portillo» en nochevieja, ni a la carrera que se celebró este mes de junio en el mismo pueblo, por motivos laborales. Tengo buenas experiencias en estas tierras, y ayer no iba a ser menos, pese a los contratiempos.
Nos juntamos un puñado de 39 corredorexs para ponernos a prueba en una tarde infernal, en la que una nula organización marcó desde el principio la lamentable puesta en marcha y transcurso del evento deportivo que desde hace ya doce ediciones se llevaba disputando celebrando el patrón de la localidad, San Pedro. La organización retrasó media hora la salida con la  inexplicable escusa de la temperatura. Que me explique Maldonado cuántos grados baja el termómetro en media hora en una tarde así. Hay que ir con la verdad por delante, y ayer, la organización no lo hizo. No había nada preparado a la hora de la supuesta salida y nos hicieron esperar en el asadero pedrajero. Fuera a parte de este contratiempo la carrera fue un agobio en toda regla.
El recorrido discurre por el término municipal dando una vuelta pequeña de menos de un kilómetro, alejándonos del pueblo por caminos castigados por los riegos de las tierras de cereales. Arena suelta y dos repechos de los que quitan el hipo. En el pk3, avituallamiento de agua unos 40 grados. Difícil de tragar y que ni hidrata ni refrigera el cuerpo. De nuevo, otra carrera popular sin un contenedor para tirar los residuos plásticos. Tras volver al pueblo, otra pequeña vuelta de 2km por los caminos adyacentes pero sin dejar muy lejos el municipio, para recorrer un total de 6’6kms.
La salida, con media hora de retraso como bien he dicho, sin el alcalde, concejal de deportes, o una persona que represente al pueblo, se efectúa de manera simple y fea. Rápida, pues de primeras veo al gran Giralda y Canabrias del club Ulsa, esto me quiere decir que tendré que pelear muy duro por estar en cabeza de carrera durante la carrera. Desde el primer momento me pongo en cuarta posición, puesto que no cambiaría durante todo el tiempo. Salgo muy fuerte, pasando el primer kilómetro ende 3’14, y mantengo un excelente ritmo hasta que empiezan las subidas. Con un ritmo medio de 3’40″/km, teniendo en cuenta la altísima temperatura y un desnivel positivo acumulado de 188 metros, me hago con un satisfactorio 4° puesto en la general, 1° de mi categoría y primer corredor independiente (sin club), en 24’15»
En esta ocasión, Míriam me acompañó para darme esos ánimos que tanto necesito en mis carreras, haciendo un excelente trabajo como fotógrafo. 
Reconozco que me estoy haciendo cada vez más exigente en las carreras populares, pero hay que tener en cuenta, que no siempre las organizaciones hacen bien su trabajo. La falta de puntualidad, los avituallamiento con agua ultracaliente, la falta de fruta a la llegada (como en anteriores años), o la ausencia de participantes, no quitan para hacer las cosas tan bien como en otras ocasiones. Una solución fácil, sencilla y drástica es ir tachando pueblos en los que no volver a correr, pero eso sería lo más cruel. Tendré que pensarme mucho volver a correr esta carrera. 
La recomiendo: NO
#yonkiDelRunning